¡Somos brisa, río-mar!
A mediados de la década de los años 70s escuché, por vez primera, la expresión “Puerto Mocho“. Asociada con noticias de un crimen, cuyos titulares fueron, tanto en emisoras como periódicos: “el des-cabezado y/o descuartizado de puerto mocho“. El hecho ocupó la atención ciudadana durante unos años, hasta que, por los 80s, se celebró en la sala de audiencias del sexto piso del olvidado Centro Cívico un célebre juicio criminal.
Pasó el tiempo y un día, cuando ejercí el oficio de reportero, hasta la redacción del desaparecido “Diario del Caribe“, en el renovado Barrio Abajo, llegó “el rumor” que la virgen había aparecido en Puerto Mocho. Sin dudarlo, en compañía de un colega fotógrafo, enrumbamos VÍA 40 arriba hacia el barrio Las Flores, única entrada terrestre al caserío de pescadores, aledaño a los Tajamares de Bocas de Ceniza.
Contamos con buena suerte que, al llegar aún sobre las aguas, entre botes de pesca artesanal, bamboleaba la figura en madera de una virgen pérdida contemplada, desde la orilla, por pescadores que asombrados rezaban en coro plegarias inaudibles. Logramos fotografiar la imagen santa entre las aguas oscuras y conversar con los asombrados fieles, para redactar una crónica con el titular: “la virgen apareció en puerto mocho“. Creo hicieron un altar en ese lugar.
Desde el descubrimiento del descabezado como la aparición de la virgen, semejante a las de las proas de los barcos de Neruda, la leyenda urbana sobre Puerto mocho fue creciendo como las olas del Golfo de México. Tanto creció que, en las elecciones de mitaca, la radio comenzó a llamar a los candidatos derrotados “los descabezados de puerto mocho“, narrando cuando “los ahogados” pasaban raudos al océano sacando el rostro naufrago y diciendo adiós! con la mano levantada.
La verdad poco me atraía ir caminando, entre piedras calizas, a contemplar el abrazo efusivo del Mar Caribe y el Río de la Magdalena en bocas de ceniza, cuya imagen explosiva observé desde “las terrazas” de las Universidades Libre y Atlántico, edificaciones con miradores al mar. Mis aventuras turísticas se satisfacían en los comedores fluviales de las flores cada vez que sentí nostalgias ribereñas. Las marineras las colmaba en salgar, con un libro de Camus en la mochila y unos pesos para una mojarra plateada frita y una “Águila” bien fría.
Barranquilla, que sabe cantar y “el yunque martillar”, disfrutará del nuevo espacio Turístico que se ha dispuesto en Puerto Mocho, desde éste 30 de noviembre, acondicionado no para el descubrimiento de las playas, sino con sitios para contemplar la naturaleza excepcional y compartir tiempo de calidad y alimentación de nuestra sazón. sazón de brisa, río y mar. Volver a ver el mar expande el alma mediterránea.
Todas éstas visiones o recuerdos me han brotado de la secreta alma quillera, al leer noticias frescas sobre como el nuevo tren eléctrico de puerto mocho, nos va permitir “conocer” el Mare Nostrum y disfrutar, no sólo de nuestra deliciosa gastronomía, sino de la brisa, el mar y el río, sin necesidad de salir de la ciudad que tanto amamos. Es decir, que la acción gubernamental desde la Alcaldía Distrital al rescatar a Puerto Mocho, nos brinda decir: Barranquilla tiene mar. Somos más Caribe cada día.
Entonces, el rescate urbano, fluvial y marítimo de las playas y riberas de Puerto Mocho es, a no dudarlo, una obra que recupera para la ciudadanía local un espacio de esparcimiento familiar, también impulsa el desarrollo social y comercial de una comunidad poco incluida en el progreso citadino. Puerto Mocho será “Barranquilla, a nivel del mar”, parodiando un slogan del Ejecutivo Distrital. Pero, con un reto singular: entregar seguridad y tranquilidad.
Esta obra es, de buena manera, la prolongación del Gran Malecón del Río, donde los barranquilleros y visitantes hemos instalado, para la buena vida, la más grande ventana frente al Magdalena. Allí desayunamos, caminamos bajo el sol o la luna, celebramos las estrellas del Junior, tú papá, bebemos cervezas y agua e’ coco. Mejor dicho: ese Malecón, en buena hora, nos rescató nuestra innegable vocación ribereña. Ahora, Puerto Mocho nos regresa al Mar Caribe.
Barranquilla, que sabe cantar y “el yunque martillar”, disfrutará del nuevo espacio Turístico que se ha dispuesto en Puerto Mocho, desde éste 30 de noviembre, acondicionado no para el descubrimiento de las playas, sino con sitios para contemplar la naturaleza excepcional y compartir tiempo de calidad y alimentación de nuestra sazón. sazón de brisa, río y mar. Volver a ver el mar expande el alma mediterránea.
Aspiro, sin duda alguna, cuando pase la efervescencia y el calor por la apertura del nuevo Puerto mocho, ir a visitarlo con la prudencia de los años. Ver caer el sol y saborear platos de la delicia ñera. Si lo hago pronto se lo contaré, para así compartir la memoria de Barranquilla que para ser marina se “olvidó” del tren que vendría de Buenaventura: pura paja.
A conocer Puerto Mocho y a gozar de Brisa, Río y Mar.
La próxima: “Cien Años de Soledad”, lo real maravilloso en casa.