La habilidad comunicativa de Jesús es impresionante. Él nos ha enseñado muchas técnicas de comunicación que actualmente muchos expertos pedagogos las utilizamos como métodos de enseñanza efectivos para lograr un aprendizaje significativo y desarrollador.
El diálogo
La habilidad para preguntar, interrogar, inquietar y provocar respuestas. Tradicionalmente se le conoce como método socrático o Mayéutica. Sobre este método se ha erigido todo un sistema didáctico que los pedagogos llamamos enseñanza problémica, pedagogía problematizadora, aprendizaje basado en problemas, preguntas problematizadoras, y que los psicólogos llaman psicoanálisis. “¿Quién dice la gente que es el hijo del Hombre?… ¿Y ustedes quién dicen que soy?” (Mateo 16:13-16). Y su famosa pregunta-respuesta a los fariseos que le querían hacer quedar mal delante del pueblo con la cuestión de si era lícito o no pagar tributos al César: – ¿De quién son ésta imagen y esta inscripción? – Del César, contestaron. – Denle, pues al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios (Marcos 12:16-17)
Fueron muchas las ocasiones en las que Jesús hizo sacar a sus interlocutores la conclusión de sus enseñanzas, simplemente preguntándoles. Como a Simón el fariseo que criticaba en su interior el que Jesús se dejara lavar y besar los pies de una mujer pecadora. Después de referirle la historia de los dos deudores a quien el prestamista condonó sus deudas de 500 y 50 denarios o monedas de plata. Jesús preguntó: “Ahora dime, ¿Cuál de los dos lo amará más?” (Lucas 7:36-50). Al maestro de la ley que deseaba conocer cuál era el mejor camino al cielo, Jesús pregunta: “¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú?” (Lucas 10:25-37).
El drama
Cristo sabe utilizar recursos dramáticos cuando es necesario para que su mensaje sea eficaz. El drama más eficaz e impactante que ojos humanos hayan presenciado fue el del calvario; allí Jesús fue el gran actor y al mismo tiempo el gran comunicador. Sus palabras, sus gestos y sus actitudes comunicaron en su tiempo, y siguen comunicando hoy, mil mensajes de amor, perdón, misericordia y salvación.
Lo mismo podemos decir de su última reunión con sus discípulos en el aposento alto, y de su oración y prendimiento en Getsemaní, con la traición de Judas de fondo. ¿Quién puede negar el dramatismo de su resurrección y las subsiguientes apariciones a sus discípulos? Hasta su despedida a los cielos fue dramática. Estos y todos los dramatismos que rodean la vida del Maestro atraen la atención sobre la persona del Salvador y contribuyen a que su mensaje llegue y se grabe en las mentes y corazones de quienes lo reciben.
Hay otros muchos momentos dramáticos en la vida de Jesús que él aprovechó para comunicar su mensaje y pensamiento. Por ejemplo, el incidente con la mujer adúltera a quien los fariseos quisieron apedrear a su presencia, cuando tuvieron que retirarse avergonzados al ser expuestos a su hipocresía (Juan 8:1-11). No menos dramático es el caso de la mujer que unge a Jesús en casa de Simón; gesto que Jesús interpreta como un anticipo profético de su muerte y sepultura (Mateo 26: 6-13). Pero ningún pasaje supera en dramatismo y a la vez en enseñanza, al de la resurrección de Lázaro (Juan 11:1-44). Es tal el poder comunicativo de este milagro, que la narración se ha convertido en una pieza de la literatura universal, y sus enseñanzas dan la vuelta al mundo en boca no sólo de predicadores y maestros cristianos, sino de narradores y comunicadores seculares.
La comunicación conflictiva
El mensaje de Jesús crea siempre un desafío, por eso para muchos su comunicación es conflictiva. Esta es parte de su misión profética y de su estrategia de comunicación. He aquí algunos ejemplos: estudió siempre zarandeando a los fariseos, como hoy su evangelio zarandea a los hipócritas, insinceros y falsos: “¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos hipócritas!” (Mateo 23:13-33).
A la samaritana la intranquilizó, pidiéndole: “Ve a llamar a tu esposo y vuelve acá” (Juan 4:16). A Pedro le reprochó sus expectaciones materialistas del Mesías con una frase dura que seguramente lo hizo reflexionar: “¡Aléjate Satanás!” (Marcos 8:33). Y Herodes comprendió muy bien su mensaje de desprecio por su libertinaje e hipocresía, cuando le respondió diciendo: “¡Vayan y díganle a ese zorro!” (Lucas 13:32).
Toda la comunicación de Jesús estuvo orientada al ser humano, en el sentido más genérico de la expresión. Todos podrían sentirse como personas dignas delante de él; desde Nicodemo, el Doctor de la Ley, hasta María Magdalena, de la que había sacado varios demonios. Desde los niños inoportunos, hasta el ladrón de la derecha en la cruz y las mujeres que fueron primero a su tumba el día de la resurrección.
A todos atiende y escucha…
La comunicación vivencial
La comunicación de Cristo es siempre “vivencial”, o como otros dirían “existencial”. Es decir, transcurre simultáneamente con la vida y actividad de sus oyentes; invita a vivir el mensaje, a actuarlo y a hacerlo parte de la propia existencia. “Vengan a ver con sus propios ojos”, respondió a Juan y a Andrés cuando le preguntaron dónde vivía él. Y a los discípulos de Juan el Bautista, inquietos sobre si era él el Mesías, responde: “Vayan y cuéntenle a Juan lo que están viendo y oyendo. Cuéntenle que los ciegos ven, los cojos andan, los que tiene lepra son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncian las buenas nuevas” (Mateo 11:4-5).
La comunicación “existencial” de Jesús se palpa vívidamente en sus encuentros con la samaritana a la orilla del pozo; con Zaqueo, con la mujer adúltera, la Magdalena, y con las hermanas de Lázaro frente a su sepulcro. Después de estos encuentros, la vida de toda esta gente no volvió a ser la misma. Otro tanto podríamos decir de cada uno de los llamamientos a sus discípulos.
La comunicación orientada al ser humano
Toda la comunicación de Jesús estuvo orientada al ser humano, en el sentido más genérico de la expresión. Todos podrían sentirse como personas dignas delante de él; desde Nicodemo, el Doctor de la Ley, hasta María Magdalena, de la que había sacado varios demonios. Desde los niños inoportunos, hasta el ladrón de la derecha en la cruz y las mujeres que fueron primero a su tumba el día de la resurrección.
A todos atiende y escucha tratando de comprender su situación; a todos comunica con oportuna sabiduría su mensaje del amor y salvación; a todos despide con palabras de perdón, salud y esperanza. Por eso el evangelio no pierde su vigencia hoy. Conserva no sólo su elocuencia comunicativa que fascina por su sencillez y claridad, sino su actualidad y valor, por la relevancia de sus enseñanzas y la riqueza de su mensaje.
Toda la Biblia es un maravilloso libro de Pedagogía. En ella tenemos sobresalientes modelos de maestros. Dios, el primero y mejor de todos, enseñó haciendo. Por eso lo vemos organizando el firmamento y engalanando la tierra con las plantas, los animales y el ser humano. Es el único Creador, Dueño y Señor de la vida. Las verdades que se refieren a su naturaleza, persona y acción las enseña con la misericordiosa pedagogía del Maestro que sabe colocar lo más trascendental y profundo al alcance de todos, en pequeños dramas y parábolas, sentencias y oraciones de fácil comprensión y asimilación.
La misión de salvación que trajo a Jesús a la tierra no sólo fue preparada minuciosamente, en todos sus detalles, con mucha anticipación y en consulta con su padre, sino que la cumplió de manera plena y eficaz. Unas horas antes de partir, en diálogo con su padre le había expresado: “Padre, yo te he glorificado en la tierra, y he llevado a cabo la obra que me encomendaste” (Juan 17:4). Por eso pudo decir desde la cruz, al momento de su despedida: “Todo se ha cumplido” (Juan 19:30).
Todo se ha consumado.
Ale, eres todo un talento, excelente profesional con un amplio currículum ganado con mucho esfuerzo y dedicación, pero más que eso, excelente ser humano, padre y amigo
Felicidades