Humberto Maturana tuvo la idea decisiva para formular una teoría de la vida a partir del año 1963, cuando visitó el laboratorio de Guillermo, un microbiólogo amigo suyo, con quien debatía sistemáticamente sobre la biología molecular, que apenas estaba en sus desarrollos iniciales.
La biología molecular de esa época era dogmática, con frecuencia se afirmaba que la información llega al citoplasma procedente del núcleo de la célula, y Maturana con su amigo estaban cuestionando esta idea y se preguntaban por el proceso contrario, es decir, que la información podría desplazarse también de la manera inversa: llegar al núcleo de la célula desde el citoplasma.
Desde ese momento Maturana comenzó a describir a los seres vivos como sistemas circulares, es decir, unidades autónomas y definidas, organismos determinados por su estructura. En este sentido, develó el cimiento epistémico del proceso que luego denominó autopoiesis. Esto fue posible debido a un simple dibujo circular que hizo en el pizarrón en el que se ilustraba que las proteínas participan en la configuración del ADN, pero éste a su vez participa en la configuración de las proteínas. En realidad su dibujo era la mejor expresión del proceso autopoiético.
Cuando Maturana habló por primera vez de ese tema, hablaba de sistemas circulares, de organización circular, de organización autoreferida. Maturana no sabía muy bien cómo hablar de esto. Escribió por primera vez sobre la organización de los seres vivos en el año 1969, analizaba a los seres vivos como sistemas cerrados, que quedaban definidos por una cierta circularidad en la producción de sus componentes, de modo que los componentes producidos participaban en la producción de nuevos componentes del mismo sistema, de modo que todo eso podía cambiar sin que cambiara esta relación de circularidad.
Por aquella época, Maturana hablaba de sistemas de organización circular. Luego, en el año 1970, Francisco Varela, que había sido alumno de Maturana, estaba trabajando con él después que hizo su doctorado en la Universidad de Harvard, en Estados Unidos. Varela conversando con Maturana sugirió que deberían formalizar esa organización de los seres vivos. Maturana pensó que antes de formalizarla deberían tener una descripción completa, y ahí se dedicaron a hacer dicha descripción completa en el libro De Máquinas y seres vivos.
Como se aprecia, a pesar de que Maturana configura su idea de la circularidad de los seres vivos, aún no utilizaba la palabra autopoiesis. Escribiendo ese libro, en el año 1971, un día en que estaba conversando con su amigo José María Bulnes, acerca de su tesis de doctorado sobre Don Quijote. Estaban analizando en la obra de Don Quijote, en la que él tiene la posibilidad de transitar el camino de la praxis (hacer), es decir, convertirse en un caballero andante, o dedicarse a la poiesis (producción o creación), es decir, escribir novelas sobre un caballero andante. Durante esa conversación crea el neologismo autopoiesis, que significa autocreación, viene del griego auto (sí mismo) y poein (producir o crear). Con esto logra caracterizar a los sistemas vivos, con una noción desconocida y deja de utilizar la densa noción de los sistemas circulares, focalizando más en el resultado de los procesos.
Al día siguiente Maturana le propone la noción de autopoiesis a Varela, y deciden asumirla porque en primer lugar nace del Castellano y no del Inglés, es griego; en segundo lugar porque no tenía historia y ellos podían darle el contenido y el significado que quisieran. La idea era hacer referencia al hecho de que el sistema se produce a sí mismo y en sí mismo, no desde fuera, porque no tiene ser sino en el momento en que está constituido como sistema autopoiético. De esta manera, Maturana rechaza la idea de un sistema que se produce o se organiza a sí mismo y lo concibe como un sistema que resulta de sí mismo como una red de producción de componentes. Así evita la imagen de que se trata de un sistema que hace algo para ser constituido. Para Maturana el sistema es una unidad sólo y exclusivamente si es autopoiético. No tiene que hacer nada para ser autopoiético; el sistema es y sigue siendo si pasan ciertas cosas y si se interrumpe la autopoiesis ya no pasan esas cosas. Pero no se produce a sí mismo, en el sentido de que uno pudiese imaginar una acción sobre sí. Por eso es que autopoiesis es más adecuado como palabra que autoproducción, autoorganización, o cualquier otra expresión en castellano, inglés o alemán. Para Maturana, ambos términos, autoproducción y autoorganización, son cosas diferentes, porque autopoiesis quiere decir que el sistema queda constituido en el proceso de ser una red cerrada de producción de componentes. El sistema, en el momento que es, es. No es que el sistema se crea a sí mismo, como muchas veces lo interpretamos, es que el sistema se genera y es el resultado de un proceso autopoiético.
Según Maturana, la emoción más determinante es el amor, definido como la emoción que permite que cuando se observa una conducta humana hace que este otro ser humano adquiere presencia en tanto un legítimo otro en coexistencia con nosotros. O sea, conocer la realidad es un acto autopoiético mediatizado por el lenguaje y las emociones.
Desde esta mirada, es imposible que exista la autoorganización, porque auto significa que la unidad se organiza a sí misma y esto es imposible. No se organiza a sí misma puesto que su organización no puede cambiar, porque si cambia ya es otra cosa. La autoorganización se refiere a juntar varios componentes y hacerse, pero desde el momento en que algo está organizado, ya está organizado, y hablar de autoorganización no tiene sentido, porque si se organiza de otra manera ya no es la misma unidad sino otra. Por eso Maturana propone reemplazar el concepto de autoorganización por la noción de organización espontánea.
Hay una sutil diferencia entre la concepción de la noción de autopoiesis de Francisco Varela y la forma como Maturana entiende este término. Para Varela son seres vivos o autopoiéticos seres que se definen o diferencian por su propio esfuerzo, por sí mismos. Pero Maturana no lo entiende así. Para Maturana la unidad autopoiética es una red cerrada de producción de componentes tal que los componentes generan la red que los produce. Eso los constituye como unidades en el sentido de que si eso pasa, son unidades y si no pasa, serán otras cosas, pero no sistemas autopoiéticos. Es solamente de ahí para adelante que el sistema autopoiético tiene un ser. Es para señalar esto que la palabra autopoiesis existe.
La diferencia entre Maturana y Varela no es trivial. Varela habla de un sistema que se produce por su propio esfuerzo, habla de algo objetivo, de algo que hace un propio esfuerzo para poder ser, algo que tiene una unidad y como unidad actúa recursivamente sobre sí misma. No es eso lo que entiende Maturana. En realidad el sistema autopoiético no hace ningún esfuerzo, de nada. Sólo opera y opera como opera, porque es, porque es un sistema autopoiético. Aparentemente es una tautología, un círculo vicioso, pero en realidad es un círculo virtuoso, como diría Heinz von Foerster.
Maturana ofrece esta explicación por cuanto para él los seres vivos son sistemas complejos que se configuran como unidad holística organizada con su propio accionar. En este proceso autoconfigurativo se crean y se producen a sí mismos, por cuanto el ser vivo, o sea el sistema complejo, es el resultado de la acción sistémica autopoiética. En cambio, la autonomía hace referencia a la independencia del sistema que uno está analizando. Es decir, que dependa en sus características solamente de sí mismo. Las características que este sistema tiene dependen de él y no de algo ajeno a él. Para Maturana, la autopoiesis es una forma de autonomía, o sea es una forma específica de autonomía. La autopoiesis hace referencia a la autonomía del ser vivo en términos de red de producción de componentes. La autopoiesis es una variante de la autonomía, pero existen otras.
Según Maturana los sistemas sociales no son organizaciones autopoiéticas, aunque muchos sistemas sociales muestran dimensiones de autonomía. Ambas nociones son muy parecidas, pero no son lo mismo, por lo tanto, deben ser distinguidas de manera precisa.
En la Teoría de las Configuraciones formulada por Ortiz en el año 2013, la autopoiesis se introduce como categoría que expresa el proceso que se produce en las configuraciones, el que (a pesar de ser un constructo teórico elaborado por los sujetos conscientemente) tiende a cobrar ciertos niveles de autonomía propia, independiente de quienes lo crearon y de los sujetos que lo hacen realidad, como es el caso de mente humana, cognición, afectividad, identidad, competencias, inteligencia, pensamiento, conciencia, creatividad, convivencia, entre otros procesos que representan configuraciones humanas complejas y sistémicas. Ahora bien, los seres vivos, a nivel externo, se manifiestan relacionalmente, lo que hace que dos o más individuos, desde su propia individualidad, se conecten, de tal manera que, según Maturana, el individuo en tanto que sistema cognoscitivo se define con tres conceptos básicos: cuerpo, emoción y lenguaje.
Es importante señalar que es el cuerpo, como entidad biológica, quien posibilita el lenguaje, que es útil para que el observador reconfigure el mundo, reconfigure su experiencia mediante el lenguaje, por lo que la objetividad, el conocimiento como tal, es imposible. Ahora bien, la percepción que nos aporta la posibilidad de la observación, y por tanto la cognición, esta mediatizada no sólo por el lenguaje sino también por las emociones. Los seres humanos siempre percibimos y conocemos desde un estado emocional específico.
Según Maturana, la emoción más determinante es el amor, definido como la emoción que permite que cuando se observa una conducta humana hace que este otro ser humano adquiere presencia en tanto un legítimo otro en coexistencia con nosotros. O sea, conocer la realidad es un acto autopoiético mediatizado por el lenguaje y las emociones.
Maturana afirma que los seres humanos configuramos nuestro propio mundo, y en este sentido propone un pensamiento autopoiético. Además, desde esta perspectiva, la autopoiesis, epistemológicamente hablando, puede ser utilizada como método de investigación y de aprendizaje.