Todos los días somos, a veces nos preguntamos en un instante de meditación, quién soy, somos y soy son caminos que se recorren para llegar a ser; a veces somos porque los demás nos lo dicen, pero cuando no es así sufrimos la angustia de preguntarnos e iniciar la búsqueda de quién soy. El camino hacia el ser es una odisea que se vive a diario sin darnos cuenta, evitando obstáculos, o afrontándolos. Somos lo que la sociedad desea que seamos, siempre con la mediación de la cultura, la costumbre, el entorno por donde deambulamos a diario. Nuestros padres desean que seamos y muchos se esfuerzan en lograrlo, en dirigir nuestras vidas cuando ya no los necesitamos. En un acto de buena fe han anulado toda posibilidad de preguntarnos e indagar sobre quién soy. Somos lo que el entorno social quiere, a veces se pretende manipularnos, bloquear toda posibilidad de rebeldía, de autonomía, de ser sujeto de sí, aunque nos desprendamos de ser objeto.
El camino hacia el ser presenta una disyuntiva: o somos por los que dicen como somos, o soy porque he aprendido a interrogarme para ascender en la búsqueda de mí mismo. Por lo general somos débiles o fuertes, exitosos o emprendedores, honestos o corruptos, laboriosos o vagos. Somos la imagen y semejanza de alguien, nos obligaron a escondernos en la intimidad de la máscara, anularon toda posibilidad de rebeldía, de una forma sutil nos vincularon al nosotros, por eso somos.
Sin embargo, todos los días seguimos siendo y en ese itinerario dudamos en la búsqueda de ser auténtico, o ser como nos han vaticinado; es difícil desprenderse del somos para constituirse como un ser. El ser es un logro hacia la autorrealización, según Maslow, donde se evidencia la superación de obstáculos fisiológicos, seguridad, reconocimiento, aceptación. Cada etapa humana es un paso para llegar a ser, siempre y cuando nos hayamos liberado de las cadenas del somos que pretendieron otros. El ser es la plenitud, es el momento del goce para ser hijo, ser padre, ser madre, o ser hermano. Es apertura para ser estudiante, bachiller, universitario, profesional. El ser ha permitido interiorizar una axiología que permite la construcción de ser ciudadano, ético, moral, político. El ser es alcanzable a través de la conciencia de sí: Ser saludable, soy saludable; ser futbolista, soy futbolista; ser vecino, soy vecino. El camino hacia el ser puede ser largo, incluso, tedioso, pero también de entusiasmos
breves, de instantes felices. Ser, llegar a ser, es un compromiso ineludible cuando se ha alcanzado la posibilidad de pensar por sí mismo. Llegar a ser es alcanzar una meta inalcanzable, es pretender atrapar una utopía que siempre nos saca un paso de ventaja adelante, cuando doy un paso, ella retrocede dos.
todos los días seguimos siendo y en ese itinerario dudamos en la búsqueda de ser auténtico, o ser como nos han vaticinado; es difícil desprenderse del somos para constituirse como un ser. El ser es un logro hacia la autorrealización, según Maslow, donde se evidencia la superación de obstáculos fisiológicos, seguridad, reconocimiento, aceptación. Cada etapa humana es un paso para llegar a ser…
Siempre andamos sobre itinerarios en tránsito, inesperados, que nos tocan sortear. Para llegar a ser hay que tomar distancia del somos, por eso cada día seguimos siendo y es ese siendo el sendero perfecto para no claudicar en el viaje hacia un estado de permanencia escurridizo. En el camino de la vida, hay quienes alcanzan la posibilidad de ser y se dan cuenta que es efímero, entonces les toca seguir siendo. Y es que siendo es el derrotero auténtico para ser. El somos es una conjetura obligada que no da respiro, tampoco ninguna opción de libertad; bajo el somos estamos obligados a pensar igual, no es fácil sacudirse de él. El ser es la llegada de los que no están anclados en las necesidades, pero que se han visto obligados a guardar silencio para evitar a los somos coercitivos.
El ser es volátil, aunque muy firme, pero también paradójico. Es ese aliento que lo empuja a uno a lograr lo imposible. Lo que hoy es, ya mañana no lo es, por eso el ser es inestable, voluble, es una provocación a la búsqueda y la inconformidad. Cada etapa de la vida evidencia unos logros para ser, que transitan siempre de la satisfacción a la insatisfacción. La insatisfacción del ser es una reacción a la conformidad. El culmen hacia el ser refleja la huida del somos, por eso cada día andamos por la vida siendo sin importar los afanes, es el absurdo existencial de un camino que dura toda la vida y que nunca terminamos de recorrer.
También esa búsqueda del ser requiere de un estar, de ese espacio – tiempo sobre el que edificamos las relaciones en el mundo de la vida; en ese estar me afianzo, me empodero y me impulso para seguir siendo como un río hacia el mar, siendo me permite estar más próximo a la esperanza de ser, pero posicionado en el estar. El estar me brinda la confianza, igual que el hogar, la familia; entonces me decido a hacer para continuar siendo un afluente viajando hacia la permanencia del ser. El hacer me lleva a reflexionar sobre mis habilidades, sobre mi talento; es arduo y agotador el hacer cuando me sumerjo en la praxis porque sencillamente he descubierto mi vocación, mi talento. A través de la práctica me regocijo en la autoconfianza que me produce mi vocación recreativa y mi vocación profesional, en última instancia, en el goce de encontrarle sentido a la existencia. El hacer me ha dado la claridad
en el dominio, la habilidad, la destreza; entonces, sigo siendo en el transcurso del hacer y desembarco en el tener, ahí, siendo en el tener, puedo decir entonces tengo una vocación, tengo un talento, tengo proyectos, tengo ideales, tengo inquietudes, tengo sueños, tengo esperanzas.
Desde los cimientos del estar he levantado mis energías y vigor para seguir siendo a través del hacer; el hacer me irradió de confianza, entonces digo soy capaz, puedo hacerlo, mi autoestima aumenta, pero el hacer también me ha permitido hacer uso de la mesura. Desde el estar y el hacer, sigo siendo en la afirmación del tener. Por eso digo con sinceridad que tengo y lo disfruto. Y así sobre el estar, el hacer y el tener voy siendo más humano, más consciente, más divertido, más comprometido. En ese proceso siento que soy y me digo soy maestro es parte del ser maestro, soy estudiante es parte del ser estudiante, soy feliz es parte del ser feliz, soy amigo es parte del ser amigo, soy profesional es parte de ser profesional, soy hijo es parte del ser hijo. Mientras avanzo voy siendo y me pregunto quién soy, me digo lo que soy, aunque soy consciente de que eso que soy no son más que aproximaciones al ser, a mi autorrealización y necesidad de crecimiento personal.
Por lo pronto, en el viaje de la vida hace rato ensillé a Rocinante y cabalgo desde una multiplicidad de espacios para confirmar la certeza que la búsqueda imaginada del ser se parece mucho a los molinos de viento imaginados como gigantes adversarios en la psicosis del Quijote bajo la comprensiva racionalidad de Sancho. Como seres inacabados y libres de toda sospecha persistimos en seguir creciendo teniendo como referencia la autorrealización humana a través de la búsqueda inalcanzable del ser.