La enfermera

Teobaldo Coronado

Ángel de la guarda del médico y del paciente

Introducción  

Tilda se llamaba la mujer. De baja estatura y algo robusta se distinguía por su rostro amable, pasmosa calma y dominio del entorno materno. “Buena enfermera”, la sabia todas en el control y manejo del trabajo de parto.  Era una sabia comadrona en la sala de maternidad del Hospital General de Barranquilla.  

De turno, si tenía alguna diligencia por hacer, antes que, al residente u obstetra de planta, la buscaba para asegurarme de que no se presentara alguna cirugía en mi ausencia.   “Doctor Coronado esta señora es primípara apenas está comenzando a borrar. Esta otra tiene dos centímetros de dilatación, pero tiene las contracciones muy espaciadas. La tercera está programada para cesárea más luego, tiene cesárea anterior… váyase tranquilo, tiene tiempo de hacer su diligencia. No se preocupe que yo lo llamo si lo necesito”. Me decía. Quedaba con la seguridad absoluta de que Tilda no se equivocaba. Los médicos del viejo Hospital de Caridad, ginecólogos y anestesiólogos, la adorábamos. Una especie de mamá, de “Enfermera buena”, por su entrega amorosa a los pacientes, por su dulzura y suaves modales. 

Son incontables las Tildas, “buenas enfermeras y enfermeras buenas” que laboran en las distintas dependencias de un centro hospitalario; sabedoras de su oficio, es decir, conocedoras de cada uno de los pacientes que tienen bajo su responsabilidad y cuidado. Compenetradas con su psiquis y el mal que los aquejan tienen un olfato especial, un sexto sentido, para descifrar sus actitudes y aptitudes, entender sus preocupaciones y anhelos, remediar sus quebrantos, ser compañía, en fraterna comunión con el resto del equipo médico.  

 Fieles e invaluables colaboradoras, además, del profesional de la medicina que sin ellas su misión sanadora no sería posible. Una virtuosa enfermera, con experiencia, a su lado es garantía de éxito, de satisfacción por la acción realizada. Es imprescindible su presencia. 

En ocasiones, me sucedió, que cuando atendía el llamado a la sala de urgencias encontraba al agónico paciente ya intubado y canalizado por una enfermera diligente.  Brindan su capacidad y conocimiento al servicio de la gente con una disposición y entrega sin límites.  

En quirófanos tuve la suerte de trabajar con compañeras, pendientes del mínimo detalle, incluso, sugiriendo ideas oportunas para una mejor y eficiente atención. La enfermera lista siempre esta adelantada a lo que hay que hacer y sigue en el cuidado del enfermo. Casi que no hay que darle órdenes. Si tiene necesidad pregunta, solicita, sobre el procedimiento a realizar o el medicamento a aplicar.  

Característica notoria del personal de enfermería es que escribe en la historia clínica cuanto sucede alrededor de su labor hospitalaria.   

Meritorio este ejercicio de registro del mínimo acontecer asistencial en la medida que las “notas de enfermería” son soporte valioso para la historia clínica como documento ético – jurídico, en especial, cuando los médicos descuidan su completa elaboración. De magistrado del Tribunal de Ética Médica del Atlántico rebuscaba en el expediente, en la hoja rosada de enfermería, la información que no aparecía en las anotaciones de los médicos, evoluciones y ordenes, para los procesos ético-disciplinarios a mi cargo. 

Los médicos del viejo Hospital de Caridad, ginecólogos y anestesiólogos, la adorábamos. Una especie de mamá, de “Enfermera buena”, por su entrega amorosa a los pacientes, por su dulzura y suaves modales. 

Gratitud y cariño brindo, a mis queridas compañeras, desde lo más profundo de mi corazón en el Dia internacional de la Enfermera. Y, de lo alto, pido a Dios derrame bendiciones mil para sus vidas. 

El Día Internacional de la Enfermera se celebra cada año el 12 de mayo para honrar y reconocer la invaluable contribución de las enfermeras en la atención médica. Fue creado por el Consejo Internacional de Enfermeras en 1974 para conmemorar el nacimiento de Florence Nightingale, considerada la fundadora de la enfermería moderna. Florence nació en Florencia, Italia, en 1820. A pesar de la oposición de su familia decidió convertirse en enfermera y dedicó su vida a mejorar la atención médica en Inglaterra y resto del mundo. 

Durante la Guerra de Crimea, 1853 – 1855 Nightingale con 38 voluntarias católicas y protestantes salvó miles de vidas de soldados y civiles. Su equipo de enfermeras trabajó, incansablemente, para mejorar las condiciones en los hospitales militares y reducir la tasa de mortalidad entre los soldados.i 

La teoría de Florence Nightingale se conoce como la “Teoría del entorno”, en su concepto no separó los aspectos físicos, emocionales o sociales del paciente; suponía que todo ello formaba parte del entorno y que la necesidad de preservar un buen estado de higiene se extendía no solo a las instalaciones de los hospitales, sino también a los centros urbanos y rurales. Demostró la necesidad de ventilación, luz, comida nutritiva y ejercicio para restablecer la salud. En los hospitales, creía que las camas debían estar a cierta distancia y que las enfermeras debían lavarse las manos con regularidad.ii 

En su mayoría, el personal de enfermeras, son dignas seguidoras de su benemérita fundadora.  Proactivas, dedicadas, atentas e inteligentes se caracterizan, de otra parte, por el trato humano compasivo que brindan a los enfermos sin distingos. Tienen una conciencia clara de su misión de cuidado, del “arte de cuidar” como un compromiso científico, humanístico y social por la protección de la dignidad humana y conservación de la vida. Son ellas baluarte indiscutible de la tan necesaria humanización que debe darse en la prestación del servicio de salud. 

La enfermera es una persona especial, digna de la mayor admiración, con un carisma que genera en los que reciben su servicio confianza, serenidad, seguridad y esperanza. Lo que más admiro en una enfermera, tras su indudable competencia profesional, es su coraje, su arresto para desafiar lo más repudiable de la condición humana, lo que produce asco, rechazo, fastidio y vergüenza en el resto de los mortales.  Hay que tener un alto sentido de conmiseración por el otro, por el ser humano en general para no arrugarse en limpiar, en quitar las porquerías e inmundicias naturales que expulsa el organismo de una persona en su lecho de enfermo. De este modo, son soporte necesario para su familia que impotente desde lejos contempla, con la nariz tapada y anodados, la hazaña misericordiosa de una mujer bendecida por Dios, de un verdadero ángel consagrado a auxiliar a su ser querido. 

El Consejo internacional de enfermeras (CIE) es una federación de más de 130 asociaciones nacionales de enfermeras (ANE) en representación de 28 millones de enfermeras en todo el mundo. Celebra en este 2023 el Día Internacional de la Enfermera con el lema “Nuestras enfermeras. Nuestro futuro”. Será una campaña mundial que defina lo que queremos para la enfermería en el futuro con el fin de abordar los retos de salud global y mejorarla para todos. Hemos de aprender de las lecciones de la pandemia y traducirlas en acciones de futuro.iii 

En armonía su admirable y abnegado servicio con el significado etimológico de la palabra enfermera que se puede desglosar en el prefijo in, que remite al interior de la persona, el vocablo firme, del latín firmus, y el sufijo -era, que le  asigna el carácter de profesión como se  puede apreciar en otras carreras como cocinero, ingeniero o bombero.iv Significado etimológico que enuncia la firmeza,  temple y gran resistencia de la enfermera para poder penetrar en lo más profundo de la persona doliente,  tanto en su intimidad corporal como en su interioridad anímica.  

Las compañeras enfermeras fueron mi dulce compañía, de noche y de día, mi ángel custodio, durante largos cuarenta años de ejercicio médico asistencial como anestesiólogo.  

  • Coronado, necesito hablar contigo cuando terminemos la cirugía— advirtió un distinguido y circunspecto cirujano. Concluida la intervención solos, en el Vestier del área de quirófanos, me comentó que: “Estaba en desacuerdo con el trato tan amistoso y   dicharachero que él observaba yo tenía con las enfermeras. No les des tanta confianza, te pueden faltar el respeto.  Cómo es posible que aceptes te llamen ´Coro o doctor Coro´, tienes que darte tu jerarquía. Me limité a contestarle que ese era mi modo de ser y entiendo que llaman así por un sano cariño. No me molesta, antes, por el contrario, me encanta, siento halagado. 

Gratitud y cariño brindo, a mis queridas compañeras, desde lo más profundo de mi corazón en el Dia internacional de la Enfermera. Y, de lo alto, pido a Dios derrame bendiciones mil para sus vidas.   

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