El locutor Eugenio Trespalacios, interpretado por el actor barranquillero Víctor Hugo Trespalacios, en la telenovela “El Joe la Leyenda”, 2012, basada en la vida y obra del cantante cartagenero Álvaro José Arroyo, hace apología de un personaje de apariencia chocante, detestable para mucha gente como el “camaján”.
Camaján es término de origen cubano que aparece en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, con el significado de:
1. Persona holgazana que se las ingenia para vivir a costa de los demás.
2. Persona que con astucia sabe sacar provecho para sí de una situación.
Pícaro, astuto, taimado, bribón son acepciones que, además, asigna la academia a este vocablo.
En “El Camaján”, libro escrito por los cubanos Arleen Rodríguez Derivet y Lázaro Barredo Medina, describen a este personaje con una significación política antirrevolucionaria como “Alguien que quiso engañar a todo el mundo todo el tiempo, y acabó engañándose a sí mismo… a los cubanos que viven del cuento de la “disidencia” sin trabajar y por supuesto recibir parte del dinero aprobado anualmente por la Casa Blanca para intentar derrocar a la Revolución cubana”.
Camaján barranquillero.
El típico camaján barranquillero de mi época juvenil, década de los 60 y 70 del siglo pasado, es la de un “man” sin oficio, despreocupado e irresponsable, un holgazán. Un vago saludador de todo el vecindario que deambulaba de esquina en esquina por las calles del viejo barrio en busca de un desprevenido a quien “tumbar”. Reconocible por su postura estrambótica, terminología grotesca y envolvente, paso ladeado y rápido, típico movimiento en lanzadera de sus brazos y swing violento al bailar lo que lo pongan en la tienda del cachaco de la esquina. Lentes oscuros, para ocultar el enrojecimiento de los ojos consecuencia del efecto irritante del cannabis. Cachucha a lo Rolando La Serie, o un pequeño sombrero carnavalero.Sonriente, a cada momento, aparentaba ser un hombre feliz. “Cógela suave”, su eslogan de combate.
Bacán o bacano” deriva del vocablo Genovés “bacco”, en alusión a Baco (dios de la sensualidad y del vino en la mitología Romana) expresión que penetró en Hispanoamérica por Argentina con la llegada de emigrantes italianos, a ese país, que dieron origen a la jerga bonaerense conocida como “lunfardo”
Embustero y embaucador el camaján siempre tenía una propuesta formidable para su ocasional contertulio en donde, según él, salir ambos gananciosos. La oferta, en ciertos casos tonta, por ejemplo, la venta de un objeto hurtado en la casa para comprar la “monaca” (mariguana).
Condición sine quanon al camaján ser mariguanero o “burro” como les llamaba en aquellos tiempos.
En condición bonachona el camaján podía alcanzar los límites de una vida bohemia por su inclinación hacia todo lo relacionado con el arte y la poesía. No encajaba, por lo regular, en la actividad atlética lo que lo distanciaba de la muchachada apasionada con el mundo de los deportes. Se conformaba con ser entusiasta espectador de los partidos de bola e trapo o “chequita” que se realizaban en las arenosas calles de la ciudad.
Los padres solían titular de camaján a los hijos que no querían estudiar, que irresponsable e indisciplinado no paraban bolas a las obligaciones escolares. “De camaján te vas a graduar si no estudias” avergonzados amonestaban.
Malas compañías lo conducían, si persistía en el mundo subterráneo de las drogas, al entorno tenebroso de la delincuencia. Es el caso de Trespalacios, en la novela del Joe, con sus “encoletadas” nones sanctas de malandro.
Diría que el típico camaján de mis años juveniles, por los cambios sociales de la vida urbana, se ha desfigurado. Hoy “la hierba”, menos dañina, se consume con otros menjurjes alucinógenos más peligrosos en diversas formas siendo el Fentanyl el narcótico de moda y el bazuco la más popular de sus presentaciones; de tal manera que ahora al camaján no se le denomina burro sino “bazuquero o coleto”. Incluso, la “pinta” florida, muy tropical, que caracterizaba a las “baretos” de antes ha evolucionado con la moda al uso de desarrapada vestimenta que se acompaña de variados perendengues: aretes, piercing, tatuajes y prendas artesanales entre otros.
Bacán.
Se suele confundir, sobre todo en los ignaros a la idiosincrasia caribeña, al bacán con el camaján.
“Bacán o bacano” deriva del vocablo Genovés “bacco”, en alusión a Baco (dios de la sensualidad y del vino en la mitología Romana) expresión que penetró en Hispanoamérica por Argentina con la llegada de emigrantes italianos, a ese país, que dieron origen a la jerga bonaerense conocida como “lunfardo”
Con este vocablo se designa, en forma muy genérica, a la persona que goza de la buena vida. Desde mediados de los 60, del siglo pasado, se dio a lo “bacano” el sentido de algo excelente. “Ese man es un bacán” es usual expresión para referirse a una persona de llena virtudes, que se complace en el servicio generoso, optimista y alegre a la gente que lo necesita. Es un tipo serio y ocupado que detesta la chabacanería y la mediocridad. Amante de la bohemia la asume en su connotación romántica, en su compromiso con lo estético y, sobre todo, con lo ético.
El bacán al contrario del camaján es una persona responsable. Trabaja con ahínco para hacer realidad sus sueños y la de los que lo rodean.
Ser considerado una persona bacana es honroso título ganado por la simpatía, aprecio y respeto manifiesto, en todo momento, en el trato a los demás.
La “bacanería” como actitud ante la vida, digamos que filosófica, por desventura es un modo de ser ausente en gran cantidad de servidores públicos y privados, en funcionarios de toda índole, carentes del espíritu solidario, del sentido humano de su misión. El desdén y cara de pocos amigos que muestran en instituciones de salud, en particular, cuando son requeridos explican, a lo mejor, la reacción prevenida y en muchos casos violenta de los dolientes usuarios que a ellos acuden, no para recibir un favor sino debido a la prestación de un servicio al que tienen derecho con justa razón, el derecho a la salud. Lo mejor que le puede suceder a una persona cuando acude a una institución hospitalaria es encontrarse con un médico o una enfermera con actitud bacana.
Ser bacán es sinónimo de ser buena persona.