Aborto a las 24 semanas de embarazo

Teobaldo Coronado

Introducción

“Nacer es el primer derecho de toda persona humana”

Jerome Lejeune.

“A este muchachito mi Dios lo tiene destinado para algo importante en la vida” le dijo la Hermana Rosa Antonia, en el Hospital General de Barranquilla, a mi padre luego que el prematuro bebe de 24 semanas (seismesino) logró sobrevivir mediante terapia médica neonatal y dado de alta. Esta anécdota contaba mi papá, con alguna frecuencia, para justificar la notoria fragilidad de su escasa constitución física. “Es que es seismesino”, decía.

Este “muchachito” es el Dr. Teo, médico anestesiólogo, que en este 2022 celebra 53 años de haber recibido el título de médico en la Universidad de Cartagena.  Con cuarenta años de intenso ejercicio medico asistencia y cuarenta y ocho de actividad docente universitaria.

Cuántos médicos, artistas, deportistas, escritores y personas útiles a la sociedad se han sacrificado y, cuántos de ahora en adelante no podrán ver la luz del mundo, como yo, porque el peso obligatorio de la ley impide su derecho a existir por la inhumana razón de tener menos de 24 semanas de ser concebidos y porque el derecho a la vida de la mujer que lo lleva en su vientre, no deseado, prevalece sobre la fragilidad e indefensión suya.

Viabilidad fetal. Los límites de la “viabilidad fetal” entendida como la capacidad que tiene el feto para vivir fuera de la cavidad uterina se ha reducido gradualmente desde las 27 semanas hasta las 22 semanas actuales. La OMS ha establecido un límite inferior de viabilidad en 22 semanas de gestación, o 500 gramos de peso, o 25 centímetros de talla al nacer con base en los avances que se han dado en la perinatología, en especial por las Unidades de Cuidado Intensivo neonatal.

Con este nuevo concepto de viabilidad fetal, puede uno concluir que la tradicional definición de aborto entendida como “Interrupción del embarazo antes de las 27 semanas de gestación” se reduciría a 22 semanas de gestación. De esta forma la sentencia de la Corte Constitucional en vez de un aborto está prohijando es la de un abominable “bebécidio”

“… El respeto por la vida y los fueros de la persona humana constituyen su esencia espiritual. Por consiguiente, el ejercicio de la medicina tiene implicaciones humanísticas que le son inherentes”. Declaración de Principios, ley 23 de Ética Médica.

Despenalización del aborto

Consternado, apesadumbrado he quedado, luego de conocer el fallo de la Corte Constitucional que despenaliza y permite la práctica del aborto hasta las 24 semanas, en lo más profundo de mis sentimientos y pensamientos.  Profesor de Ética Médica y Bioética inculqué con fervor a mis alumnos, estudiantes de ciencias de la salud, la convicción por el respeto a la vida humana. Plasmada esta convicción, además, en las páginas del libro de mi autoría “Del Respeto a la Vida” que ostenta este título en su portada y sustenta, tesis filosófica, en su contenido. “… El respeto por la vida y los fueros d la persona humana constituyen su esencia espiritual. Por consiguiente, el ejercicio de la medicina tiene implicaciones humanísticas que le son inherentes”. Declaración de Principios, ley 23 de Ética Médica.

Progresismo. Doloroso, en suma, lamentable que teorías supuestamente “liberadoras” que pregonan los denominados “progresistas” sean a costa del exterminio de la vida humana. Son los mismos que se muestran abanderados de la protección de los animales y aguerridos defensores de los derechos humanos. Ponen el grito en el cielo contra corralejas, corridas de toros, peleas de gallos y contra las injusticias del “establecimiento”.  Con su procaz actitud hacen reconocimiento tácito a criminales que realizaron el aborto a niñas y mujeres secuestradas y que obvio hoy salen a proclamar, cínicos, igual que ellos, su respaldo a la sentencia de la Corte Constitucional. Encuentran de esta forma justificación a la barbarie por ellos cometida en los campos y veredas de Colombia y que aún no termina.

Organización Médica. Preocupante, me parece, el silencio complaciente de la organización médica que de acuerdo con el mandato de la ley corresponde el cumplimiento de esta fatal y nefasta disposición. Voces tímidas he alcanzado a escuchar de uno que otro dirigente gremial explicando “entre dientes” los riesgos que conlleva la acción abortiva   en estado tan avanzado de gravidez.

Abrigo la esperanza de que las asociaciones médico – científicas, en particular las relacionadas con la obstetricia, ginecología, pediatría y anestesiología, implicadas directamente en la observancia de esta norma,  se pronuncien de manera caracterizada, levanten su voz,  en defensa de los postulados éticos de la profesión que comprometen al practicante de la medicina en la “Defensa de la vida” según lo determina el Juramento médico (Declaración de Ginebra) que a la letra dice: “Velar con sumo interés y respeto por la vida humana, desde el momento de la concepción y, aún bajo amenaza, no emplear mis conocimientos médicos para contravenir las leyes humanas”. Ley 23 de 1981.

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