“Soy un liberal progresista“. Alejandro Gaviria.____________________________
Uno de los personajes que se rescata para la historia de la cultura occidental en el encantador ensayo de Irene Vallejo, “El Infinito en un Junco“, es Alejandro Magno: Rey de Macedonia y joven discípulo de Aristóteles. Se reivindica, ¡y de qué callada manera!, su interés por los libros y la creación y conservación de bibliotecas, como centros de la convivencia humana.
Esa idea “Alejandrina” por los libros, por la cultura, por la educación humana es, a mi entender, lo que desea y pretende realizar, para Colombia, Alejandro Gaviria al aspirar a ser el próximo presidente de la república, como representante de un país con esperanza de ser decente y ser una verdadera democracia liberal, constitucional.
Es, imagino, la esperanza, como anhelo y lucha, no como espera, lo que une a los miembros de la coalición electoral denominada: centro esperanza, a la que pertenece el ex-rector de Uniandes y ex-ministro de Salud, Ingeniero y economista Dr. Alejandro Gaviria, a quien acompañamos en esta consulta presidencial, por ser con quien guardo simetría intelectual en su ideario liberal y humanista.
Ideario que no es un discurso improvisado de campaña, sino una bien formada disciplina política, de pensar y actuar, como lo expone y explica en sus libros:
1)”En defensa del humanismo. Reflexiones para tiempos difíciles”(Ariel) y
2)”Otro fin del mundo es posible. (Cómo Aldous Huxley puede salvarnos)”(Ariel).
“Aprender a amar la pluralidad es algo difícil. estamos acostumbrado a creer en nuestra idea como la única verdadera, no cuestionable, ni enriquecedle; a declarar herejes, revisionistas, o cualquier otra cosa a quien difiera de nuestra idea, a pensar en términos de buenos y malos, a organizar partidos fanáticos que producen, como el hígado, naturalmente bilis“(opus cite, pág.60).
Ambas lecturas son recomendadas para quienes, como yo, estamos convencidos que “reivindicar el optimismo, la amabilidad y el aprendizaje” es la forma de vida que se merece el pueblo colombiano, en todo el territorio que habitamos más allá de los mares, de los bravos ríos, de las indestructibles montañas, la extensa sabana y esas ciudades que edifican el primer mundo. Deberían ser libros de la canasta familiar.
Así mismo, Gaviria amen de haber dirigido, en plena pandemia, la Universidad de Los Andes, considerada una de las mejores del país, y haber sido durante largo tiempo Ministro de Salud, fue Sub-director de Planeación Nacional. El ejercicio exitoso de esos empleos, tanto públicos como privado, le dan una visión macro del país, y no una experiencia sectorizada o regional. Por ello, también asumo que está en condiciones de ser el estadista que necesita Colombia desde la jefatura del estado. Y desde allí, hacer reales los principios y planes de igualdad socio-económica consagrados, hace 30 años, en la Constitución Política del 91.
Otro aspecto relevante de su campaña electoral, iniciada con una tenaz y decente recolección de firmas, es el carácter ecléctico de la misma. Es una policromía. Hay dirigentes y militantes, como simpatizantes, de diversos partidos y movimientos políticos. Desde: rojos, verdes, azules, amarillos y, hasta tibios, blancos. Es la Colombia de la nueva esperanza. La esperanza de ser una auténtica democracia participativa, como manda la Carta Magna, que él no va a cambiar, sino a desarrollar.
Creo meritorio, en un país desgarrado, aún, por la violencia ideológica y de supervivencia animal, es que un académico e investigador, como Alejandro Gaviria, haya decidido, en la práctica, que la política, asumida como entendimiento entre diferentes, es la única vía para lograr una sociedad próspera y fraterna. Y culminar, definitivamente, ese “inventario de muertos” que es nuestra historia patria, según García Márquez. ¡Basta ya de un siglo más de soledad. Y que florezca, como la primavera, el amor solidario entre todos los colombianos!. No podemos saltar hacia atrás.
Y para avanzar, en uno de los países más hermoso del mundo (5 en 1), como es Colombia, tenemos por delante la enorme tarea de hacer realidad diaria los postulados civilizadores consagrados en la constitución política del 91. Es ella, la mano orientadora para construir una democracia liberal moderna, una democracia constitucional, donde todos y todas tengamos un espacio para los sueños de justicia social y calidad de vida. A ello se ha comprometido Gaviria cuando se califica como un reformador liberal y no un profundizador de las diferencias. la patria por encima de las ideologías. Vivir en paz es posible. Es ese el gran postulado del liberalismo. No el del “trapo rojo” que se vende ante cualquier oferta.
Contribuyamos que es este trece (13) no sea, otro, idus de marzo. Y no desperdiciemos la ocasión que brindan las urnas para escoger, libremente, una opción nueva como la que ofrece, para mí, la postulación de Alejandro Gaviria a la Presidencia, desde la coalición de centro: del centro de la esperanza. Todavía tenemos derecho a soñar. ¿Quién lo niega?
Concluyo esta invitación liberal, en el mejor de los sentidos, es decir, el ejercicio de la libertad personal, copiando una cita que Gaviria, en el libro “en defensa del humanismo” tomó del pensador colombiano Estanislao Zuleta, que dice:
“Aprender a amar la pluralidad es algo difícil. estamos acostumbrado a creer en nuestra idea como la única verdadera, no cuestionable, ni enriquecedle; a declarar herejes, revisionistas, o cualquier otra cosa a quien difiera de nuestra idea, a pensar en términos de buenos y malos, a organizar partidos fanáticos que producen, como el hígado, naturalmente bilis“(opus cite, pág.60).
Abandonemos la tribu. La guerra no puede ser el futuro.
La próxima: Una pandemia de Felicidad.