Me gusta la política. Mejor la ciencia política. No porque haya dedicado dos años de vida madura y académica a estudiar una Maestría en Filosofía Política. O porque me encante saludar a la gente y decirle: ¡Hola Brother!, ¡MOONO!. O porque un día intenté, a puro pulso y garganta, ser legislador y encabecé, por hoja de vida, la lista del Partido Liberal, en el Atlántico, a la Cámara de Representantes. O porque me gustaba “tirar carreta” desde una tarima o desde una esquina. No. ¡Precisamente por eso u otras cosas más, No! me gusta la política.
Me gusta por lo que aprendí viviéndolo al lado de mi madre, “La Mona” Ma. Caamaño. De la mano de Ella vi como cada noche, iluminada con mechones a gas, se reunía una comunidad de necesitados de techo y fundaron un barrio: El Santuario. Y con ella diligenciábamos, con cartas a las autoridades municipales – que yo le redactaba, fui su perpetuo Secretario Ad Honoris -, los servicios públicos de agua potable, alcantarillado, energía eléctrica, telefonía domiciliaria, hasta la construcción del Puesto de Salud y la Escuela Pública. Y asfaltar o pavimentar las calles. Ella convertía la sala de tierra de la casa de madera y luego de ladrillos colocados, uno a uno bajo lluvias y soles, por las manos y sudores de mi padre, en consultorio odontológico y médico. Y les busca empleo público a los vecinos. Fue una líder comunal. Barrial, para mejor decir. Viéndola y acompañándola, como cómplice necesario y eficiente, aprendí el gusto por la política que, para entonces, no compraba votos, sino que “¡hacía favores!”. Y la gente humilde, como todo necesitado de agua y techo, daba el voto el día de las elecciones. A Ma. Caamaño, sus amigos políticos, todos jóvenes universitarios, le facilitaban el domingo de elecciones unos buses de lata y ventanilla. Y Ella, conmigo de ayudante, se encargaba de llevarlos “repletos” de familias a la Plaza: O el Paseo Bolívar o la Calle Murillo. Esos eran los centros de los comicios electorales de la Barranquilla de entonces. No había zonas electorales en los colegios de los barrios de la ciudad, que se paralizaba en aquellos domingos.
Luego de la votación, regalaban botellas de Ron Centenario – el whisky de los pobres -, sándwiches y aguaépanela con hielo picao y jugo de limones amarillos. O hacían un sancocho. Y todos se gozaban ” la fiesta democrática”. Fueron otros tiempos, donde aprendí de la mano de mi madre, “La Caamaño”, el gusto por la política. Tiempo en que a los líderes barriales, como lo fue Ella les llamaban ¡capitanes! – eran respetados por esa jerarquía, por esa “charretera -. Y no “mochileros“, como llaman ahora a los compradores de votos.
Entonces, por ese gusto doméstico-maternal por la política, como herramienta para hacer comunidad, es que me pregunto: ¿se está haciendo política en barranquilla ?. ¿Hay lideres o todos los que “hacen” política en los barrios son “mochileros”?
Esta pregunta me surgió, recientemente, leyendo una de las partes finales del libro de Edgar MORIN, “cambiemos de vía “, en que el centenario intelectual francés se dedica a reflexionar sobre ¿cómo sería la política en los tiempos post- pandemia del coronavirus? Y yo me imagine en la Barranquilla que ahora vivo viendo sus atardeceres desde un balcón donde diviso, cada noche, las luces de la draga que limpia el canal del Río Magdalena. Es otra visión de ciudad la que tengo hoy, cuando no soy joven, como ayer, y prefiero caminar, que “montarme” en un bus urbano climatizado.
Entonces me pregunto: ¿Quiénes son los políticos de la barranquilla de hoy? O mejor: ¿Quiénes hacen política de ciudad cosmopolitita en la Barranquilla que ahora mira de frente al río de la patria? Y comienzo a buscar respuestas, frente a las realidades que nos narran las diarias noticias de nuestra llamada “Arena Política“.
Lo cierto, es que las redes sociales, ante el aislamiento social necesario, frente a los evidentes estragos del coronavirus, son más vitales como instrumentos de ” Agitación de masas“, es decir los llamados políticos o ” politiqueros ” y su combo de “mochileros”, ahora, deben vivir “conectados”, no con ideológicas y partidos políticos, con sus “electores” o “clientela“, que seguramente ya no pedirán ” block, cemento y teja”, sino una vacuna más alta con esos billetes que tienen estampado, en morado suave, el rostro de García Márquez.
Hoy, en estos últimos días y recientes meses, más allá de los vaivenes de la vacunación contra el virus que mata, en la urbe y en sus “mentideros” se habla que el señor “pulgarcito” va a soltar su “brava lengua” desde la picota, luego que los magistrados de Instrucción de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia aceptarán su rogada solicitud de sentencia anticipada, después de fracasar en la “intentona” de persuadirse de las “fauces” de la Corte al renunciar a su curul senatorial, donde delinquió, según el proceso, al pretender comprar con una “coima” de “200 barras” al, entonces, Juez Promiscuo Municipal de Polonuevo (Atlántico), tierra de nísperos y “políticos”.
Eduardo Pulgar, ante de dormir en “La Picota” de la capital de la República, era un mochilero senador, igual que la bella y “encantadora” Congresista Aída Merlano que, siendo reclusa del Buen Pastor” se fugó, cinematográficamente, de un consultorio odontológico donde le hacían, con permiso vigilado, un arreglo de sonrisa y ahora pernocta, ¿será?, en una celda de Caracas, bajo el control del Dictador MADURO. La bellísima Aida era mochilera y, como tal, se hizo elegir senadora de la república. Y también había prometido “encender el ventilador”. esos ventiladores no son abanicos Sanyo“, como los de la canción.
Esos “dirigentes políticos” desde el partido “azul de metileno“, pero desde el partido del “trapo rojo“, ya desde la mismísima “Picota”, el ex- senador y exrector universitario, el hermano “pastorcito mentiroso”, Álvaro Asthon hizo elegir a una sobrina política suya, silenciosa y callada, senadora de la república.
Imitando a “El Pastorcito”, ahora también “Pulgarcito”, leí en una noticia de su familia política, pretende postular a su nueva esposa como aspirante a una silla en el Congreso de la República. ¡Cómo cambian los tiempos, Señores! Ya no son las calles la que eligen congresistas. Vivir para ver.
Esas tres perlas del Caribe continental, demuestran sin mucha hesitación como se movía “la cosa política” en Barranquilla, en tiempos en que los mortales no teníamos esperanza de una vacuna contra el covid-19. ¡Cosa más grande, Caballeros!, cuando los precedentes más cercanos de políticos presos, no presos políticos, eran los carcelazos del médico senador Dief Mallof y de los ex-alcaldes de la “izquierda democratica” de Barranquilla, “reverendo” Bernardo y “el viejo” Guillo. Estos sólo roncaron en “La Municipal” del barrio EL Bosque y en la vieja casona del liquidado DAS en el barrio El Recreo.
Hasta allí tengo “fresca” la memoria de estos tiempos, pues en los tiempos de “La mona Caamaño”, los senadores de la República, por Barranquilla y el Atlántico, fueron políticos como Nestor Carlos Consuegra, Emilio Lébolo de la Espriella, Carlos y Pedro Martin Leyes, Humberto Muñoz, José Name Terán, Roberto Gerleín Echeverría, Fuad Char Abdala, entre otros. Esos congresistas, que recuerde, no durmieron en “La Picota”, aunque los combatieron, desde la izquierda de oposición “privilegiada” y otras hierbas, como “politiqueros corruptos”. Para entonces, existían partidos políticos, con directorios y asambleas, no casas o garajes electorales.
Pero las más recientes noticias de la política provienen de la inclusión en el “perfomace” de aspirantes Presidenciales, del exgobernador del Atlántico y exalcalde de Barranquilla Alejandro Char Abdala, más visible como ” el man de la cachucha “bacana”, al lado de exalcaldes de Medellín y Bogotá, señores Restrepo y Peñaloza, respectivamente. O sea, un costeño candidato presidencial.
Lo cierto, es que las redes sociales, ante el aislamiento social necesario, frente a los evidentes estragos del coronavirus, son más vitales como instrumentos de ” Agitación de masas“, es decir los llamados políticos o ” politiqueros ” y su combo de “mochileros”, ahora, deben vivir “conectados”, no con ideológicas y partidos políticos, con sus “electores” o “clientela“, que seguramente ya no pedirán ” block, cemento y teja”, sino una vacuna más alta con esos billetes que tienen estampado, en morado suave, el rostro de García Márquez. y su célebre frase:
“Una nueva y arrasadora utopía de la vida donde nadie pueda decidir por otro hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra”.(discurso la soledad de américa latina, pronunciado en Estocolmo 1982 al recibir el Premio Nobel de Literatura).
Más “billético“, como dice mi nieto Emilio, pues hay que regalar celulares, para tener asegurado “El voto amarraó“, señores! Políticos pandémicos.
La aspiración presidencial de “Alex“, como costeño, no es un asunto inédito en la historia patria, ¡Caballeros!. El Caribe continental ha tenido Presidentes de la República. Se registran nombres como el poeta Rafael Nuñez, “amo y señor de El Cabrero”, ahí cerca de las Murallas de Cartagena, y el de “El Negro” Juan José Nieto, nacido entre Baranoa y Tubará. Además, otros dirigentes caribeños sonaron, con intensidad e insistencia, para ser inquilinos de la Casa de Nariño, como el candidato del “ahora o nunca“, el sabanalarguero Evaristo Sourdis. Y un barranquillero de talla presidencial lo fue el ex-ministro de Justicia y ex-embajador en Holanda y los Países Bajos, Francisco Posada de la Peña, hombre culto, decente y preparado como estadista. “Pacho”, como lo llamaban sus amigos del Partido Conservador, fue Alcalde y Gobernador. Y gran cuadro del Grupo Santodomingo. Hasta director del desaparecido Diario del Caribe. Para mí, mereció ser Presidente, tenía talante e inteligencia y un “Buen Padrino“, santificado. Amén!
La verdad!. La verdad. En éstos como en aquellos tiempos, prefiero la forma de hacer política que tuvo “La Mona”Caamaño, mi madre. La de ayudar y servir a la comunidad, con ¡ CAPITANES !. Y no con ¡Mochileros ! que en época electoral se la pasan recogiendo cédulas y abonando “billéticos” para lograr que “sus jefes naturales” alcancen una CURUL sin saber pronunciar un discurso.
Pero bueno, éstos son otros tiempos. Ya soy abuelo y vivo en un balcón viendo al Río tranquilo llegar a Bocas de Ceniza en una imagen idílica, Rio y Mar. Además, en el abánico de los presidenciables figura otro Alejandro Gaviria, el exministro de Salud y actual rector de la Universidad de Los Andes. Aunque esa es la politica nacional. En la local, la de esta Barranquilla, con urna de cristal, cuando estemos en tiempos postpandémicos las condenadas estírpes de Soledad tengamos para siempre tiempos de amor cierto y felicidad posible. ¡Que así sea!.
La próxima: Los niños son ¡”ciudadanos del mundo”!
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