Divagaciones cotidianas de un maestro

Wensel Valegas

1.

Carta 1.

Hace años padezco el exilio de los hijos, escribo cartas para ellos, sólo espero que el cartero las envíe rápido a su destino. Mientras lo hacía sentía la respiración ansiosa de mi esposa; detrás de mí, leyendo y corrigiendo como una editora. La presión de su mano en mi hombro era su manera de asentir, o no. Estas cartas han estado guardadas por años, entre los libros. Buscando qué leer en los días de confinamiento encontré dos cartas escritas a mano; siempre tuve la mala costumbre de escribir una copia para cada carta; Marcos, el cartero, funcionario de Telecom, pasaba por el sobre sellado y el importe del envío, venía en su bicicleta gigante, viéndose como un jinete menudo sobre su imponente caballito de acero.

“Hola, hijos, ¿Cómo andan?

Les cuento que vuestra madre y yo estamos solos definitivamente. Razón por la cual nuestra vida está llena de lapsus, tanto para ella como para mí. Hay días en que nos levantamos sonámbulos, preparamos el desayuno; enciendo el auto para que esté a punto; vamos por los cuartos gritando levántense, es hora de irse a la escuela, recojan todo, que no quede una tarea por ahí sin que se la lleven. Otros días, revisamos los dormitorios por las noches a ver si ya están dormidos; desde nuestro cuarto les gritamos a todos y a nadie: ¡apaguen el televisor, mañana hay que levantarse temprano! En los días que vamos al supermercado se nos antoja comprar la gelatina preferida, el maní añorado, las galletas de chocolate. En navidad hemos vuelto a pensar en los juguetes, regalos, villancicos y meriendas. Al final de todo eso, sólo nosotros mirándonos incrédulos. Ahora el mundo de ustedes es otro. La madre y yo tratamos de vivir el nuestro, pero cuando tenemos un receso, los recuerdos de ustedes no dudan en encontrarnos, sin pedir permiso, ni tocar la puerta del cuarto, donde siempre los esperamos.

No se preocupen por lo dicho, pero a quién más le vamos a contar. Cuando se ha vivido una relación de amor intensa, el recuerdo es una posibilidad en el marco de la memoria que evoca e imagina. Con el tiempo, los lapsus desaparecerán, pero, sinceramente, no queremos perder la costumbre”.

2.

Carta dos:

Cuando recibimos cartas de ustedes, las guardamos. Hacemos un ejercicio para reducir la ansiedad, aguantando hasta el final del día. Si las recibe mamá, me llama: “Escribió el niño, o la niña”, nunca reconoce que ya son hombres y mujeres. Sin decir más hacemos un acuerdo tácito. Trabajo con alegría el resto del día sin dejar de pensar en el goce de la lectura reposada e íntima. Vuestra madre con paciente maestría espera, me espera para abrir las cartas. Como dos niños golosos hundimos las miradas en la anhelada lectura. Cada letra cobra sentido en una frase escrita en script o cursiva, que devoramos en susurros hasta el final. Repetimos de memoria las frases escritas, subrayándolas en voz alta, mirándonos. Cada tono, los acentos, lo que dicen y lo que no dicen; discutimos e interpretamos, le damos un sentido y un giro a las palabras. Después de la cena nos acostamos. En la oscuridad de la habitación, con los ojos cerrados visualizamos las cartas y nos quedamos dormidos, leyéndolas.

3.

Durante dos años, la pandemia obligó al confinamiento, al autocuidado. ¿Qué hacer dentro de la casa en tiempos de confinamiento? Es una pregunta que lo remite a uno a la búsqueda de sí mismo, a transitar, en forma intrapersonal, e ir descubriendo los días maravillosos, los bellos amaneceres, las noches oscuras iluminadas por la luna como una lámpara gigante. Al final, emergemos satisfechos, sobre todo cuando se ha descubierto una puerta para la expresión del espíritu. Estar en casa es maravilloso, su goce no tiene precio. Sólo hay que dejar que el espíritu se libere y se exprese.

Mentiras bajo pandemia

La pandemia nos confinó al abrazo y el amor,

El juego y la alegría de la risa

dentro de casa.

Las calles desiertas de mi ciudad

 mueren de tristeza,

les duele y les aburre la escueta soledad.

Refugiados en casa vemos la tele,

nos informamos del virus y sus estragos,

las estadísticas y los nunca halagadores pronósticos.

Al apagarla, la ansiedad se desvanece.

Aburre el presidente ejerciendo de periodista,

trayendo resucitados del virus como testigos.

Dicen que son todos de su partido.

Al final, todo se sabe

en ese ejercicio cotidiano de la mentira.

Que mi padre tenga un trabajo fijo y Dios lo guie por la salud esquivando la enfermedad. Que la nevera siempre esté llena de frutas, jugos y alimentos para rendir en el colegio. Que nuestro barrio sea seguro y no se les dé a los rateros por robarnos los celulares y los computadores. Que la pandemia sólo sea un feo recuerdo”, son los deseos de muchos estudiantes, sin pretensiones.

4.

Llevamos dos años de pandemia en el barrio, la ciudad, el departamento, el país, el mundo. “Me gustaría que mi casa fuera un juguete para jugar día y noche, estudiar con el internet regalado por el gobierno, tener acceso a las plataformas de zoom y teams para ver a cada uno de mis compañeros de escuela. Que cada uno de mis hermanos tuviera su propio PC. Que en casa tengamos nuestra propia biblioteca para leer buenos libros. Que el techo de la casa esté bien sellado para que cuando vengan las lluvias no entren goteras a la casa y nos dañe la conectividad. Que mi padre tenga un trabajo fijo y Dios lo guie por la salud esquivando la enfermedad. Que la nevera siempre esté llena de frutas, jugos y alimentos para rendir en el colegio. Que nuestro barrio sea seguro y no se les dé a los rateros por robarnos los celulares y los computadores. Que la pandemia sólo sea un feo recuerdo”, son los deseos de muchos estudiantes, sin pretensiones, comprenden que no es tiempo de ostentación.

5.

Por estos días de pandemia, nuestra escuela descansa de ruidos, gritos y carreras por el segundo piso. Me detengo frente a ella. Es el colegio más viejo del departamento del Atlántico, – Institución Educativa de Soledad. INOBASOL. – luce abandonado y deprimido en su arquitectura. En el pasado un alcalde prometió una nueva sede: llegó al colegio con una maqueta mágica y una escuela de ensueños. Todavía nos alcanza la vida para recordar la utopía en miniatura y la burla de la que fuimos objetos junto con la comunidad por la clase política. Años después vino e hizo lo mismo un vicepresidente de la república, le creímos, pero el tiempo pasó hasta terminar descreído por todos en la comunidad educativa. Cuando los estudiantes corren y saltan por los pasillos del segundo piso el edificio de la escuela tiembla como temblamos los que estamos debajo y, a veces, anhelamos salir corriendo, no es fácil homenajear a la vida educando a los jóvenes que se inician sabiendo que la estructura ha perdido resistencia y fuerza. Por estos días la estructura solitaria sólo alberga recuerdos e indiferencia como un pobre anciano en la indigencia.

6.

Escribir y leer es una opción que puede resultar obsoleta en los tiempos actuales. Aun así, escribir nos permite soñar; también que las palabras broten con entusiasmo. La lectura nos lleva a otros mundos, a conocer otras culturas. Sólo hay que dejar que los sentimientos expresado nos hagan sentir bien y que la escritura fluya, así sea a manera de pregunta.

¿Cuál sería tu actitud, o cómo lo tomarías si después de abandonarme encontraras que un buen día este hombre que juega a ser escritor con seudónimo anónimo y premeditada venganza escribió un libro pensado para ti sobre trasnochos vividos, recuerdos compartidos, amor efusivo, anhelos y deseos, pasión y ternura como pretextos para andar juntos los derroteros trazados, y un día alguien te lo regala para que lo leas y las emociones te lleven a pensar que eres un personaje de la historia que se cuenta?

7.

Te dejo las palabras, estas palabras mías que sólo a ti he dicho en secreto, además, son solo tuyas, te pertenecen, han brotado de mi alma para ti. Te dejó las más sencillas para que las entiendas y lo he dispuesto así porque no quiero que te esfuerces: déjalas que vaguen en tu memoria, que corran alegres por tus sueños cada noche en mi ausencia, recordándome, soñándome. Recuerda, son solo tuyas, de nadie más, y si no te interesan, suéltalas para que se mueran en el olvido, para que nadie más las escuche. Escucha el amor que siempre anda sonando en ellas, los susurros que te llenan de alegría la vida. No se te ocurra despreciarlas y evadir sus sonidos porque alguien llegará y recogerá las palabras amorosas esparcidas por el aura de tu indiferencia y las sembrará para que en la primavera brote de nuevo una vida para dos.

8.

Estoy leyendo, Me llamo Rojo de Orhan Pamuk, escritor turco. Leo despacio pensando en lo que leo, pero también busco esparcir la mente y soportar sin afanes esta pandemia que nos agota y estresa. Qué mejor terapia que la lectura de esa historia turca impregnada de prohibiciones, arte, donde los personajes se presentan y nos cuentan sus debilidades, donde los muertos cuentan cómo fue su muerte, y también como la muerte es la comprobación de lo que han leído en el Corán. El amor, la censura, las pasiones escondidas en una cultura fascinante. Considero que es un libro de historia, pero ¿Quién soy para recomendar este texto a mis colegas?

9.

Le creo a quienes dicen que han sentido sus pasos, los que vieron su forma peculiar de correr, los que han escuchado su voz poderosa animando para que sus compañeros no desfallecieran y se sobrepusieran a la fatiga; aunque él no lo decía, sabíamos que era un ejemplo, ya eso era suficiente. Leamos la historia.

Hay un hombre eterno corriendo por las calles del municipio de Soledad en las madrugadas. Es eterno para los que lo conocimos y vimos su transformación después de casi cincuenta años de vida sedentaria. “Si me ejército, viviré más”, lo dijo alguna vez con mucha convicción, intentando buscarle un sentido a la larga vida que lo esperaba – como ya lo intuía –. Murió a los noventa años aquejado por el Parkinson y el Alzheimer. Después de la necropsia, los médicos reportaron que su sistema de venas y arterias eran dignas de exhibirse en un museo; igual a lo que se dijo de James Fixx, el precursor de las carreras pedestres, y de quien se dice que inventó el running. Quienes conocieron a este soledeño sienten sus pasos cotidianos y eternos cada madrugada por las principales calles del municipio, sin asustarse. (Homenaje a Reynaldo Barceló, cariñosamente conocido como El Preñao).

10.

A la pandemia hay que agregarle los coletazos del carnaval y la política. Modificaron el calendario y aplazaron las fiestas del Dios Momo para reactivar la economía y ablandar el ímpetu del Covid – 19. También les hubiese gustado postergar el Miércoles de Cenizas, pero por ser esta fecha el inicio de la Semana Santa universal para los católicos del mundo no se pudo. Nos tocó trabajar lunes y martes de carnaval según el calendario oficial e ir a colocarnos la cruz de ceniza sin haber cometido ningún tipo de exceso. Treinta días más tarde festejaremos una fiesta prorrogada y casi una semana después se iniciará la Semana Santa inamovible. Al mismo tiempo se fue acentuando el tema de las elecciones de senadores y representantes, y las consultas para los candidatos a la presidencia. Todas las fuerzas encauzadas a la búsqueda del poder, sin importar los medios – la mentira, las diatribas, las ofensas, la violencia soterrada, los insultos, la distorsión de la realidad, el ensañamiento. Todo en un ejercicio de experimentación social para evaluar la fuerza de la persuasión del candidato y el crecimiento de la ingenuidad de los electores –, en un ejercicio estratégico de ajedrez perverso, para conseguir un fin. Los medios de comunicación sin ningún tipo de vergüenza muestran sus preferencias y se gozan el gran espectáculo circense de las especulaciones. Mientras tanto, los colombianos expectantes esperamos una propuesta colectiva que beneficie las necesidades y aspiraciones humanas, basada en argumentos sustentados. No nos interesan los debates sin altura; sólo queremos explicaciones sencillas y claras en un mapa conceptual con las palabras – temas claves estableciendo una jerarquía con sus enlaces hacia satisfactores pertinentes. Quien sea el presidente de Colombia deberá colocar su mapa conceptual en el cuarto, el baño, la cocina, la sala, el comedor, en la puerta de entrada, de palacio, a la luz pública, para recordarse siempre su compromiso, y si alguna vez se le olvida algún transeúnte o advenedizo se lo hará caer en cuenta, siempre y cuando no se tomen represalias en un ejercicio democrático. Ojalá sean conscientes del tamaño de la responsabilidad social y asuman un estilo de liderazgo guiado por esa bella frase de Einstein: “Solo es digna de ser vivida la vida que se vive para los otros”. Si no es así, hay que asumir las consecuencias.

2 thoughts on “Divagaciones cotidianas de un maestro

  1. Excelente escrito mi hermano que nos transporta a las realidades de nuestras vidas te felicito y mi aprecio tú sabes que siempre haz Sido el ejemplo a seguir en mi vida con mucho cariño tu amigo nadin

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