“Es hora de empezar a recordar“. G. Mallarino.___________________
Para octubre de 1982 disfrutaba, a plenitud, el oficio de reportero, al que ingresé en marzo del año anterior a la planta de redactores asalariados de Diario del Caribe. Vivía aún los sabores de “la luna de miel”, tenía las evidencias del primer hijo y habitábamos en casa que nos “donó” el suegro. Estaba íntegramente dedicado al periodismo que, era, para mí, el mejor oficio del mundo. Sin horario y sin cansancio.
Así que en la mañana del jueves 21 de octubre de ese 1982, caminaba por los alrededores de la Joyería Parker, ubicada entonces en una esquina de “20 de Julio” con “Las Flores” (Cra 43 con calle 39), pleno centro comercial de aquella Barranquilla. En una edificación cercana funcionaban los juzgados de instrucción criminal, fuente noticiosa que cubría. Eran los tiempos noticiosos de El Triple Crimen de las Damas Kaled y de El parricidio de “Juanito” Senior. Recuerdo que al llegar a la esquina escuché la noticia: “¡¡¡García Márquez, premio nobel de literatura!!!” ¡Una verdadera bomba! Los buses de Delicias Olaya subían ruidosos, pero vi rostros sonrientes. Era un típico día de octubre: claros en la mañana y “londinenses” al atardecer.
Con la efervescente noticia mundial en la frente, enrumbé con paso de conga hacia el Barrio Abajo, donde Diario del Caribe tenía sus instalaciones. Allí todo era alegría. Guillermo Salcedo, más conocido como “Guillotín“, el editor, daba órdenes de aquí para allá. Pero, la redacción era un equipo donde cada quien estaba engranado, como en fuente ovejuna: todos en una. Así que todos nos dedicamos a cubrir el acontecimiento de ese octubre, de ese año y la noticia más importante de la mitad del siglo XX para Colombia y Latinoamérica. Hace 40 años de ella y no se ha repetido: un nobel de literatura colombiano. Y, para dicha nuestra, costeño…caribeño.
Divago con aquel día, de aquel octubre de Barranquilla, cuando leo, en la contraportada del libro “19 de octubre de 1982. El día que Gabo ganó el Nobel”(Planeta), de Gonzalo Mallarino Flórez, la siguiente noticia:
“Estocolmo. 19 de octubre (UPI, AP AFP, ANSA Y EFE). Un nobel que corona a las letras latinoamericanas significó hoy en definitiva la decisión tomada por la Academia Sueca al premiar aquí al colombiano Gabriel García Márquez con el máximo galardón mundial de la literatura. El jurado sueco estimó así mismo que el éxito alcanzado en 1967 por los millones de ejemplares de su novela cien años de soledad hubiese “podido ser fatal a un escritor con menos recursos que los del autor colombiano, pero que su épica obra el otoño del patriarca, publicada ocho años más tarde, puede sin desmedro con la precedente. La muerte es posiblemente, concluye la Academia, el más importante escenógrafo en el mundo inventado y descubierto por el escritor colombiano, un mundo -podría decirse- descubierto a la luz de la opresión y la injusticia. “Los violentos conflictos de índole política provocan la fiebre del clima intelectual”, dijo el Jurado al referirse al combate político del laureado, “del lado de los pobres y los débiles contra la opresión y la explotación económica del extranjero”.
Para 1982, Gabo era una celebridad. Lo vi, por vez primera, en 1971. Estaba de píe luciendo una camisa de flores amarilla y un pequeño afro, en una esquina del Barrio Abajo, Cra 50 con calle 41, bebía “Águila”, la sin igual y siempre igual, en compañía del maestro Alfonso Fuenmayor y el dueño de una fundidora que funcionaba en la otra calle, Obando. Al costado de esa esquina vivía “El Pintor del Barrio Abajo”, el coleto Efraín Cortez que se fue a París. En esa ocasión, una tarde barriobajera, con brisas de río y olor a fritanga, alguien nos avisó a los alumnos del “Agustín Nieto Caballero”, instituto del que soy bachiller en filosofía y letras, que funcionaba en ese sector popular, que el autor de “Cien años de Soledad” estaba en la esquina tomando cerveza. Así que corrimos a verlo. De esa visita a Barranquilla y a esa esquina existen fotografías. Es decir, es historia.
“Ese niño que mete la mano y toca por primera vez el hielo. Ese niño que mira aterrado y fascinado a su abuela que le cuenta historia. Ese pequeño y la parábola que traza el decurso pleno y mágico de la vida. De una casa humilde en la costa atlántica a la gloria universal. Ese es García Márquez. Eso hemos querido recordar. Esa mano infantil tocando el hielo, tocando el cristal gélido que contenía la poesía más fulgurante.
“Si, así es, a propósito de Estocolmo, ahora 40 años”(pág. 162).
Para octubre de 1982, el barrio Abajo era literario. No solo porque allí funcionaba Diario del Caribe y a sus instalaciones concurrían, casi a diario, personajes de la vida cultural e intelectual de la ciudad, de entonces, como el profesor Carlos J. María, el pianista Alfredo Gómez Zurek, el novelista Ramón Bacca y otros, quienes editaban el suplemento literario del periódico, sino que por sus esquinas era fácil conversar con Alfonso Fuenmayor y Germán Vargas, grandes amigos y maestros del Nobel -invitados de honor a Estocolmo-, con quienes, los de entonces, éramos amigos, contertulios. Lácides, Gilberto, Sigifredo y yo redactábamos “la esquina del viernes” y con Germán y Alfonso disfrutábamos sus conversaciones sobre las andanzas gastronómicas y hedonistas de “el grupo Barranquilla“, las cervezas calientes, los buñuelos de frijol cabecita negra de las fritangas de la calle Murillo o el arroz chino del “Chop Suite” de la calle 72. Era bohemia pura. Pura literatura. Llegó el nobel y el barrio Abajo estalló.
Luego entonces, el final del octubre de 1982, para la redacción de Diario del Caribe, fue de novela. Teníamos a mano a personajes del realismo mágico. La memoria viva del fugaz Alvaro Cepeda Samudio, quien fue su director en los años en que funcionó en el barrio San Roque, después a la dirección llego el Maestro Fuenmayor y también Julio Roca Baena secretario de Gabo en “aquellos años” de Barcelona. Por eso, diario del caribe, para ese octubre, era macondo y el Barrio Abajo era una fiesta. ¿Quién lo niega? Para la tarde de aquel memorable día circulamos con una edición ¡¡¡extra!!! ¡¡extra!!
El libro de Gonzalo Mallarino, hijo, uno de los asistentes invitados al recibimiento del Premio Nobel, en aquel también diciembre de 1982, es una bella crónica de lo que ocurrió en el país desde ese octubre en que Gabo ganó el nobel, como se titula. Crónica literaria y periodística, llena de voces y de imágenes del recuerdo. La que concluye con un epílogo que busca la fuente de la gloria literaria, que termina así:
“Ese niño que mete la mano y toca por primera vez el hielo. Ese niño que mira aterrado y fascinado a su abuela que le cuenta historia. Ese pequeño y la parábola que traza el decurso pleno y mágico de la vida. De una casa humilde en la costa atlántica a la gloria universal. Ese es García Márquez. Eso hemos querido recordar. Esa mano infantil tocando el hielo, tocando el cristal gélido que contenía la poesía más fulgurante.
“Si, así es, a propósito de Estocolmo, ahora 40 años“(pág. 162).
Mallarino, con el poeta samario, cachaquizado, Jose Luis Díaz Granados, fueron invitados por el diario El Espectador a participar en: “Diálogos de el Magazín, crónicas de macondo” para celebrar: “40 años del nobel de literatura que recibio Gabriel García Márquez”. El evento se realizó el 19 del presente octubre en la biblioteca del Gimnasio Moderno. En el mismo escenario, por otra parte, la Fundación Gabo organizó, del 21 al 23 del presente octubre, una serie de actos para celebrar, en un festín de la palabra, los 40 octubres del Nobel.
Entre las novedades del octubre lluvioso, que nos recuerda el de hace 40 años, encontré la biografía de la agente literaria de Gabo, la catalana Carmen Balcells, considerada como la “mama grande del boom de la novela latinoamericana“, pues además de García Marquéz agenció, entre otros, a Vargas Llosa, Cortazar, Cabrera Infante y Carlos Fuentes.
La autora de “Carmen Balcells, traficante de palabras“(Debate) es la escritora Carme Riera, miembro de las Académias de las Letras de Barcelona y de España, quien dedica varias páginas a la relación gabo-kame, como la llamaba. Una muestra son las siguientes:
1a. En la página 112 se cuenta, en voz de Vicente Leñero, el encuentro de Gabo y la Gaba, en el D.F. mexicano, con la “traficante de palabras” la anécdota literaria es, refiriéndose a García Márquez: ” …nos entregó para diálogos –la revista en la que yo figuraba como secretario de redacción- un capítulo de cien años de soledad: recíen terminada la novela, en víspera de viajar a Buenos Aires para encontrarse a bocajarro con el explosivo éxito. Para inaugurar también el éxito empresarial de Carmen Balcells que con ese tesoro en las manos se convirtió en la más poderosa agente literaria en castellano; amiga entrañable de quien llegara a ganar el premio nobel y a quien calificó, al conocerlo en 1965, como un hombre antipático y pretencioso”.
2a. En el libro hay unas páginas referentes a diversas circunstancias que rodearon la publicación de cien años de soledad. Y lo qué significó para los ingresos de los García Márquez. Al respecto se cuenta lo siguiente, en la página 121:
“Las cifras que se barajan en torno a las obras de G.G.M., por ejemplo, han entrado en la leyenda y nadie, salvo los interesados, pueden decir si son o no ciertas. En 1985 circuló que se habia pagado un millón de dólares por el amor en los tiempos del cólera; cuatro años después, Le Monde puso en 10 millones de dólares el adelanto por el general en su laberinto. Fue una de las pocas veces en que Carmen salió a la palestra para replicar: “Los derechos de autor de la última novela de García Márquez , en caso de venderse, valdrían más de los diez millones de dólares que se citan en Le Monde, pero lo que negociamos no es la venta de los derechos, sino una CESIÓN a distintas editoriales del mundo en diferentes condiciones; a mí me pidieron que hiciera una estimación global del volumen de esa operación sumando esto y aquello, sin entrar en detalles ni cálculos, mencioné esa cantidad, pero no se trata de que yo pida diez millones de dólares por la novela”. Y la página concluye así: “el tándem García Márquez- Carmen Balcells sería indestructible. Nadie velaría mejor que la agente por los derechos de su cliente principal“.
Todos celebramos aquel octubre. Yo sigo de fiesta.
La próxima: El derecho, es lenguaje.