“Cada quien construye su propio personaje de acuerdo con lo que siente y cree. No hacerlo supone entregarle ese poder a otro” A.G.A.
Lealtad y fidelidad. Se tiende a confundir estos conceptos, pero ser FIEL implica incondicionalidad, ser LEAL, en tanto, exige un intercambio, dar y recibir, una relación de doble vía. Los perros son fieles, los gatos leales. Casi nunca vemos a un indigente con un gato ¿Alguien lo ha visto? El perro, acepta todo; de hecho, Juan Jacobo Roseau dijo: “Dale de comer poco a tu perro para que te siga a todas partes”. Un gato no; si ve que las cosas se ponen difíciles coge las de Villadiego y busca por otro lado, no se vara ni se da mala vida. Exige que lo atiendas, lo mimes y lo hagas sentir como un sultán. Incluso, aun recibiendo cataratas de cariño, si le das la oportunidad, no dudará en sacar a pasear, por las noches, al pequeño tigre que lleva por dentro.
Los jugadores de fútbol deben ser conscientes de su condición de actores principales de este deporte-profesión, y tendrían que apostar más por la lealtad que por la fidelidad. Devolver con un auténtico esfuerzo lo que un club, que en ocasiones no es el de sus amores, le entrega para realizarse. Me parecen sospechosos aquellos jugadores que estando en un club andan diciendo que aman a otro. Creo que deberían respetar esa relación laboral, ser más discretos. Que traten alguna vez de contar, públicamente, que viven con una mujer pero que aman a otra a ver cómo les va. Conviene por tanto, resguardar ciertas querencias, que no es ningún pecado.
Los jugadores de fútbol deben ser conscientes de su condición de actores principales de este deporte-profesión, y tendrían que apostar más por la lealtad que por la fidelidad.
Fiestas y alcohol: Hablaré en este segmento de mi propia experiencia. Hace casi tres años dejé la bohemia etílica y no por virtud sino por debilidad. No era que tomara demasiado o que estuviera perdido en el ron. Pero me emocionaba y me sumergía en un éxtasis fantástico, recaía en mi infancia. Mis parrandas eran memorables, felices, deliciosas, con amigos y música, algunas veces hasta al día siguiente, tanto que un vecino una vez me dijo “Vecino usted no amanece sino que atardece”.
Claro, como vengo de una familia disfuncional, y mi papá, distante y soberbio, solo nos dedicaba tiempo y demostraciones de cariño cuando se emborrachaba, y a mí, específicamente, (por lo menos, en medio de mi fragilidad, así lo sentía) ni me determinaba en épocas de abstinencia, pero cuando estaba de parrandas -que duraban hasta dos meses y solo paraban cuando se enfermaba y quedaba endeudado-, eran la fuente de la felicidad, y yo, de indeterminado, pasaba a ser “Agustincito lindo, el inteligente, el niño genio, el orgullo…” cantaba y bailaba y hasta podía comer cualquier cosa que se me antojara de la tienda; y claro, tanto amor–viejo, mi querido viejo-, sumado a la música de esa época, poderosa música de arrabal, la bohemia del puerto, del mercado de Soledad, porque por allá se toma todos los días, la gente siempre dispuesta para la farra, como abundan los pescadores y agricultores que llegan a vender sus productos en el mercado y su casi única diversión es ponerse a beber y acechar mujeres, y vecinos que solo trabajan en la madrugada, marañando aquí y allá hasta cuando se arma la botella y terminan tirados en un sardinel, recibiendo esa brisa fresca del caño, olorosa a batatilla y a concha de naranja descompuesta, contando historias, sacando chistes de cualquier cosa, porque buenos narradores naturales sin son, a algunos es lo único que les queda; entonces, decía, sumando todo eso, años después, en una vida adulta y desorientada, reforzada por la cizaña etílica, no queda más que ese volcán explosivo de sensaciones que te desbordan y te ponen a bailar y cantar y compartir con tus amigos como pocas veces pudiste hacerlo en tu infancia.
En un documental, Jeff Bezos, dueño de Amazon, dice: “Tú no eliges tus pasiones, ellas te eligen a ti”, así que no hay nada que hacer. Puede uno jugar con candela y convertirse en un traga fuegos si le provoca, pero debe saber en qué camisa de once varas se está metiendo, porque será una elección y resultará válida solo si asumes con responsabilidad las consecuencias; o puedes entender que eres débil ante ciertas circunstancias y pasiones, y si te da duro, si te sientes mal, si crees tristemente que estás desperdiciando tu vida en eventos intensos pero que no te dejan ningún rédito a favor (con seguridad quedas debiendo) puedes aceptar esa realidad y tomar otro camino. Una decisión que asumirás con la mano en el pecho, mientras el corazón sangra y duele, pero tus alas se abren para recuperar el vuelo.
Continuará…
Bendiciones. Te felicito por el enfoque del deportista costeño. Recuerdo de tantos deportistas costeños que con unas condiciones inmensas se perdieron, por algo fundamental…!!! ” Educación”
En mi época el atleta era espontáneo, se daba como “verdolaga”, salía el atleta pero no el ser humano, como no había “formadores” sino sacadores de línea. Lo viví en mi época, Atlántico era una vergüenza a nivel nacional en comportamiento afuera y dentro de la cancha, es decir formaban al deportista y no a la persona, de ahí los fracasos en todas las justas deportivas.Esa falta de educación se evidenciaba más en el entorno familiar y de los ” amigos”. El atleta costeño se forma con muchos prejuicios. En hora buena aparecieron las escuelas deportivas, pero ahí también encontramos algunas falencias.El empírico..!! Encontramos buenos estrategas, pero con unas relaciones interpersonales muy bajas, o a la inversa. Por eso la formación del deportista tiene que ser ” integral ” Y algo muy importante, enseñarle al deportista ” HUMILDAD “, Recordrle que los éxitos, victorias,etc son EFÍMERAS. todo pasa fugazmente y la vida sigue. Hay que formarlo y prepararlo para el ” Retiro”, que es más duro que la gloria ” Gracias. “HUMILDAD”
Me gusta el análisis que hace profe, es un asunto de tomar decisiones, hay cosas sobre las que no podemos decidir, pero decidir correr o parar, engañar o respaldar si son decisiones propias.