“Como nada es más hermosos que conocer la verdad, nada es más vergonzoso que aprobar la mentira y tomarla por verdad” Cicerón.
Y ¡bien! Llegamos a la cuestión de la verdad. ¿Cuál? La periodística.
El artículo 20 constitucional, norma en comento para SOLO/PROPOSICIONES.COM, exige como requisitos éticos, para el disfrute de la libertad de expresión que la información, como derecho fundamental de doble vía, difundida por los medios de comunicación social, como lo son los diarios impresos, televisivos y radiales, todos ahora también digitales, sea veraz e imparcial Estos dos requisitos constitucionales no son objetivos. Es decir, no hay una norma que los defina con precisión matemática. Son Subjetivos por hacer parte de la llamada ética periodística. El zumbido del moscardón, como metafóricamente la definió Gabo, en su discurso sobre el mejor oficio del mundo. Frase que sirvió de título al libro del inolvidable Javier Darío Restrepo.
O sea, estamos en las propias aguas movedizas de una profesión política: el periodismo. Oficio que modernamente no ejercen, en exclusividad en nuestro país, los periodistas tanto graduados como empíricos, entre los que me cuento, sino cualquier ciudadano que entienda que la cédula de ciudadanía no solo sirve para cobrar cheques, sino para opinar e informar sobre el qué hacer de una ciudad.
Entonces, el asunto es complejo, púes no se trata de aspectos de una ética deontológica, de deberes, sino teleológica, de fines. Por eso las aguas movedizas en que se ejerce el periodismo en tiempos como estos, tiempos de incertidumbre, de pandemia y de pugnacidad.
¿Qué es la verdad?
En la Antigua Grecia, los filósofos, maestros de los banquetes y simposios, acuñaron el término alétheia para referirse a la verdad, que vendría a significar lo no oculto, es decir lo publicable, lo que ocurre en la calle, para ir acercándonos a la concepción de periodismo con la que me identifico: aquello que sucede en la calle, o sea un acontecer público.
Pero en el correr de los tiempos, también ese problemático concepto de la verdad ha adquirido connotaciones religiosas como cuando Jesús, el nazareno, dijo: “Yo soy la verdad y la vida”! Y Juan, el evangelista, su discípulo amado, puntualizó: “… Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres“. (juan 8:32).
Y en nuestra querida Curramba, la bella, el diario La Libertad, propiedad de una familia, como otros medios, en su banderín tiene inscrita la frase: “¡con la fuerza de la verdad!”. Es decir, la verdad es un motor, una potencia. Creadora ¿Destructora? ¡Vaya uno a saber!
Como ven la idea de la verdad es compleja, como lo escribió Oscar Wilde, en su texto “La importancia de llamarse Ernesto”: “La verdad no es nunca pura. Y raramente es simple“. Ambigüedad. Paradoja. Incertidumbre.
Ante todo esa complejidad, entrecruzamientos, nuestra Constitución Política del 91, copiando el texto del artículo 20 de la Constitución Española post-dictadura, consagró como límites de la información que ésta sea veraz e imparcial para caracterizar, a mi entender, la información periodística. Otra cosa es su derivación llamada información oficial, consagrada en el artículo 74 constitucional, que sería La verdad del poder.
Entonces una información veraz no es, necesariamente, el sumo de La verdad, ya sea Absoluta o Relativa, Un dogma, porque tal exigencia riñe con los postulados de la democracia liberal. Y sería una prerrogativa de los regímenes dictatoriales. La información veraz admite errores. Lo que se exige es que el medio o el periodista hagan investigaciones, averiguaciones independientes a aquellas que dicen ser los poseedores de la verdad, que muchas veces son los que se sienten depositarios del poder, como se lo quiera calificar. El poder de las ideas, o de la metralleta o el del dinero. También el poder de la fe o el de “mi fanaticada”.
En este contexto comparto lo explicado por el tratadista Hector Faúndez Ledesma, al comentar que: “Si bien la libertad de expresión puede ser el instrumento para encontrar la verdad, condicionar el ejercicio de la libertad de expresión a la veracidad de la información es otra cosa muy diferente; pero tampoco podemos conformarnos con lo que se nos ofrece como la verdad oficial, porque eludir el debate público y abierto no nos permitirá tener una mayor certeza de lo que se afirma. Es difícil aceptar que la verdad pueda ser tan frágil como para no resistir el menor análisis y que deba contar con la protección del Estado. En realidad, someter el ejercicio de la libertad de expresión a la veracidad de la información, establecida de antemano por los órganos del poder público, constituye una peligrosa desviación de la tesis antes expuesta, y puede operar como mecanismo de censurao como un filtro de la información que se considera ‘políticamente correcta’, en que no se puede discutir ni refutar, y que es la única que como ciudadanos, estamos autorizados para recibir”. (Ver pág. 61 del libro los límites de la libertad de expresión. U.N.A.M.).
Como ven la idea de la verdad es compleja, como lo escribió Oscar Wilde, en su texto “La importancia de llamarse Ernesto”: “La verdad no es nunca pura. Y raramente es simple”. Ambigüedad. Paradoja. Incertidumbre.
El mismo autor, paginas atrás explica que: “Esta teoría, la anterior, corresponde a una concepción enunciada en 1.644 por el poeta inglés john milton, en un discurso pronunciado ante el parlamento inglés, y que luego fue publicado bajo el título de areopagítica (“De Areópago, el tribunal superior de la antigua Atenas, y de Areopagita, expresión con que se identificaba a cada uno de los magistrados que formaban parte del areópago, caracterizados como jueces incorruptibles e imparciales”). milton sostenía su confianza en que, en un encuentro libre y abierto, la verdad podía vencer al error, y que solo en esta forma podía probarse la virtud, saliendo fortalecida de esta confrontación”(opus cite. Pág. 49). La verdad como virtud.
Sí la verdad (alétheia) es lo no oculto. Y lo oculto es lo íntimo. Allí se dibuja el gran conflicto entre derechos humanos. La intimidad vs la información. Casi siempre expuestos cuando la información veraz e imparcial se combina o confunde con libre opinión. Temas, ambos, para otra reflexión.
Pero entremos ahora en el terreno menos cenagoso, el de lo imparcial. Éste contorno, el segundo del derecho a la información periodística, es más plano, pero también problemático. Qué significa ser imparcial?
El concepto imparcial indica, en su significación lingüística, algo estricto, independiente, libre de prejuicios. Algo lleno de ecuanimidad.
Aplicado al periodismo imparcial sería sinónimo de objetividad. La cual es una de las exigencias de los Manuales de Ética Periodista. Pero que frente a la realidad diaria, choca duramente con nuestra práctica informativa, donde la subjetividad, tanto del medio como del reportero, cronista o columnista, se impone, ya que todo el mundo se siente propietario absoluto de la discutida libertad de prensa o expresión u opinion en los medios. Y, obvio, en las redes sociales que se tomaron, la información no sólo de los órganos del Estado y la sociedad, sino del propio CUARTO PODER, el del periodismo.
Por tanto, la imparcialidad, como límite constitucional de la información periodística, es uno de los “cuellos de botella” o generador de conflictos con la garantía de otros derechos humanos, como el honor, la honra, el buen nombre, la intimidad y el debido proceso. Ser imparcial es una ficción, más cuando se permite fundar libremente medios de comunicación. Punto para la próxima columna.
Así que cada periodista, dueño de un portal u otro medio digital o impreso, difunde su verdad. Es decir, su interes. Sea laboral, intelectual, político, religioso, económico, familiar, etc. Un periodista es una empresa. Y vende la información u opinión como su “mercancía”. El interés general queda subordinado.
Al respecto miremos éstas opiniones que, recientemente, se difundieron en Colombia sobre este tema.
Francis Fukuyama, el célebre politólogo autor de fin de la historia, en relación a cómo los medios y las redes son escollo para la democracia, aseguró:
“las redes sociales han demostrado ser un verdadero problema. solía ser más fácil para las élites controlar la calidad de la información y determinar qué era verdad fáctica. ahora, internet permite que cualquiera suba cualquier cosa, y mucho es de muy baja calidad fáctica, con datos tergiversados, o engañosos o que promueven teorías conspirativas. asi que uno de los problemas que afrontan muchas democracias, empezando por estados unidos, es que ni siquiera podemos ponernos de acuerdo en los datos básicos“(ver El Tiempo. 6/9/2020).
Así mismo, Omar Rincón, el crítico de televisión de El Tiempo, en su columna “periodismo de redes“, asegura que hay: “tres democracias: la de los políticos y periodistas (twitter y medios); la de los ciudadanos que odian (facebook y whatsapp); los jovenes de causas sociales (youtube, instagram y tiktok).tres modos diferentes de hacer periodismo“(7/9/2020). Así es sumamente ser imparcial. todo en el ámbito periodismo, post redes, se individualizo.
Como se puede concluir, el asunto no es pacífico. Dejemos hasta ahí, esta estación del viaje informativo o analítico del artículo 20 constitucional. Ya casi estamos llegando al final.
próxima. fundacion de medios libres, pero con responsabilidad social.
– el derecho de rectificación.
Rincón.
Santos.
La verdad sin excepción.
Cual es la verdad que estamos buscando ?…
La de los Medios ?…
La de los Periodistas ?…
La verdad Fáctica ?…
Esa, tiene dueños.
La Verdad de la Calle ?…
Esa, tiene Mordaza.
La Verdad del
Montón ?…
Excluidos.
La no imparcialidad, en ninguna de las anteriores ha destruido la información.
Se busca es la información correcta: esa es la que no existe por el juego y los juegos de la manipulación y la desinformación.
La Verdad, en los medios es una mercancía, y aún, así, la pagan muy mal.
Columnista: en esta nota,eres pulcro, santo, ideal.
La de un tal, A De la Espriella, ese personaje habla de verdad y escribe eso si: odios, descalificaciones. Es una “ vieja cachiporra”… como una pegajosa canción currambera !!…
Si la Verdad, la pontifican los proclives al delito y manipuladores de la gente, ya ni siquiera de los medios.
Los medios, son sus instrumentos y papel higiénico.
Somos idealistas, gracias por persistir.
Pero, siquiera es un asunto de planteárselo.
Pues, “ El fin, justifica los medios”.
Que desgracia: matamos la verdad y la reemplazamos por lo que sea y menos aún por pensar en: Etica. Y, todos somos parte de eso, y es complejo rectificar por el problema del Poder: ese es el monstruo.
RN