Michael Sandel, en su obra Justicia, un bestseller que ha vendido más de un millón de ejemplares, nos ofrece una reflexión profunda sobre si realmente actuamos conforme a lo que debemos en cuestiones de justicia. En su análisis, examina el papel de la justicia en la sociedad, y propone una teoría que demuestra cómo la filosofía puede ayudarnos a comprender mejor la política, la religión, la moral e incluso nuestras propias convicciones. A lo largo del libro, aborda temas actuales de gran relevancia, como el aborto, la eutanasia, el matrimonio entre personas del mismo sexo, el patriotismo y la disidencia.
La justicia es un concepto que abarca diversos aspectos, desde las interacciones entre las personas hasta la naturaleza de la ley y la estructura de una sociedad considerada justa. Este último tema plantea uno de los grandes dilemas de la filosofía política: ¿Debe una sociedad justa fomentar la virtud de sus ciudadanos? ¿O, por el contrario, la ley debería ser neutral frente a las distintas concepciones de la virtud, permitiendo que los ciudadanos elijan por sí mismos su manera de vivir? Para Sandel, estas preguntas revelan una profunda división entre el pensamiento político antiguo y el moderno, lo que lo lleva a explorar las principales teorías de la justicia. Comienza con Aristóteles, un referente del pensamiento grecorromano, quien define la justicia como el acto de dar a cada quien lo que merece. Según Aristóteles, para determinar qué merece cada individuo, es necesario establecer qué virtudes son dignas de honor y recompensa. En su visión, no podemos concebir una constitución justa sin haber reflexionado previamente sobre cuál es la forma de vida más deseable. Para él, la ley no puede ser neutral cuando se trata de definir las características de una vida buena.
En contraste, los filósofos políticos modernos, desde Immanuel Kant en el siglo XVIII hasta John Rawls en el XX, defienden que los principios de justicia que fundamentan nuestros derechos no deben basarse en ninguna concepción particular de la virtud ni en una definición específica de lo que constituye una vida deseable. Según esta visión, una sociedad justa es aquella que respeta la libertad de cada individuo para elegir su propia concepción del bien. De este modo, se podría decir que las teorías de la justicia de la antigüedad se enfocan en la virtud, mientras que las modernas ponen énfasis en la libertad. En su obra Justicia, Sandel se propone analizar las virtudes y limitaciones de estas teorías, especialmente cuando abordan cuestiones contemporáneas como el aborto, la eutanasia y otros dilemas éticos actuales.
Sandel también aborda una tercera teoría de la justicia: el utilitarismo, propuesto por los filósofos Jeremías Bentham y John Stuart Mill. Esta teoría se basa en el principio de maximizar la utilidad, entendida como el bienestar general, y se centra en la idea de lograr la mayor felicidad, para el mayor número de personas. Según los utilitaristas, una acción o política es justa si produce la mayor cantidad de placer o satisfacción posible para la mayoría de la población, minimizando al mismo tiempo el sufrimiento. La justicia, desde esta perspectiva, se mide en términos de las consecuencias de nuestras decisiones y su impacto en el bienestar colectivo. Sin embargo, Sandel señala que, aunque esta teoría parece ofrecer una forma clara y pragmática de tomar decisiones, presenta importantes desafíos éticos. Por ejemplo, el utilitarismo puede justificar el sacrificio de los derechos de una minoría si eso conduce al bienestar de la mayoría, lo que plantea dilemas sobre la protección de los individuos frente a la tiranía de la mayoría. Además, plantea interrogantes sobre cómo medir y comparar el bienestar de diferentes personas, y si realmente se puede reducir la justicia a una simple ecuación de felicidad cuantificable. A través de estos análisis, Sandel pone en evidencia las virtudes y limitaciones del utilitarismo, especialmente cuando se enfrenta a situaciones complejas y controversiales como la distribución de recursos o las políticas sociales.
A lo largo de su obra Justicia, Sandel explora tres enfoques fundamentales para entender y aplicar la justicia. El primero de ellos es el utilitarismo, que sostiene que la justicia consiste en maximizar la utilidad o el bienestar general, buscando la mayor felicidad para el mayor número de personas. Esta teoría se centra en las consecuencias de las acciones y sostiene que lo justo es aquello que produce el mayor beneficio colectivo, incluso si ello implica sacrificios para algunos individuos en favor del bienestar de la mayoría.
Sandel, sostiene que para lograr una sociedad verdaderamente justa, es necesario desarrollar una política del bien común que reconstruya la infraestructura de la vida cívica. En un contexto de sociedades pluralistas, donde coexisten diversas creencias morales y religiosas, no es posible adoptar una postura neutral frente a las discrepancias.
El segundo enfoque que examina Sandel es el libertarismo, que define la justicia como el respeto a la libertad individual de elegir. En este marco, lo justo es aquello que permite a cada persona tomar decisiones autónomas sobre su vida, sin interferencia externa. Este enfoque se asocia con la idea de un mercado libre, donde las transacciones y elecciones son vistas como expresiones de la libertad personal. En este sentido, el libertarismo defiende que la justicia se logra cuando los individuos tienen la libertad de actuar según sus propios intereses y deseos, siempre y cuando no infrinja los derechos de los demás. Además, analiza el enfoque comunitarista, que sostiene que la justicia no solo está vinculada a los derechos individuales, sino también al cultivo de la virtud y al razonamiento sobre el bien común. Para los comunitaristas, una sociedad justa es aquella en la que los ciudadanos se comprometen activamente con su comunidad, reflexionando sobre los valores compartidos y trabajando en conjunto para lograr el bienestar colectivo. Este enfoque se centra en la importancia de las relaciones sociales, las responsabilidades compartidas y la construcción de un sentido de propósito común, reconociendo que las decisiones justas deben tener en cuenta las particularidades culturales y los contextos comunitarios. A través de estos tres enfoques —utilitarista, libertario y comunitarista- Sandel invita a reflexionar sobre las diferentes maneras de concebir la justicia, mostrando tanto sus ventajas como sus limitaciones al abordar cuestiones éticas y políticas fundamentales en la sociedad contemporánea.
Para Sandel, el enfoque utilitarista presenta dos defectos fundamentales. En primer lugar, reduce la justicia y los derechos a una cuestión de cálculo, desvinculándolos de principios éticos más profundos. En segundo lugar, al intentar traducir todos los bienes humanos a una medida simple y uniforme de valor, el utilitarismo tiende a nivelarlos, sin reconocer las diferencias cualitativas entre ellos. Este enfoque pierde de vista la diversidad de las experiencias y valores humanos, simplificando excesivamente la complejidad de lo que realmente significa una vida buena.
Por otro lado, las teorías basadas en la libertad, aunque abordan el primer problema —el de los derechos—, no resuelven el segundo. Si bien defienden que la justicia va más allá de un mero cálculo utilitario y que ciertos derechos son fundamentales y deben ser respetados, también aceptan las preferencias y deseos de las personas tal como son, sin cuestionarlos. Según estas teorías, la dignidad moral de los fines que perseguimos, el significado de nuestras vidas, y la calidad de la vida en común que compartimos, quedan fuera del ámbito de la justicia. Este enfoque, según Sandel, es un error, pues no se puede construir una sociedad justa solo maximizando la utilidad o garantizando la libertad de elección. Para Sandel, la verdadera justicia requiere algo más. Propone que, para lograr una sociedad justa, debemos razonar colectivamente sobre el significado de una vida buena, pues, se trata de crear una cultura pública que sea capaz de acoger y dialogar sobre nuestras discrepancias. La justicia, en su visión, no puede basarse únicamente en cálculos utilitarios o en la libertad individual aislada, sino que debe involucrar una reflexión compartida sobre los valores y principios que fundamentan nuestra convivencia. Sandel, sostiene que para lograr una sociedad verdaderamente justa, es necesario desarrollar una política del bien común que reconstruya la infraestructura de la vida cívica. En un contexto de sociedades pluralistas, donde coexisten diversas creencias morales y religiosas, no es posible adoptar una postura neutral frente a las discrepancias. La política debe guiarse por principios de respeto mutuo entre las diferentes culturas y tradiciones, fomentando el diálogo y la comprensión en lugar de la imposición de una única visión sobre el bien y la moral.
Tras analizar las principales teorías de la justicia, tanto antiguas como modernas, Sandel se inclina por el enfoque comunitarista. Este enfoque sostiene que la justicia no se limita a la protección de los derechos individuales, sino que está intrínsecamente vinculada al cultivo de la virtud y al razonamiento compartido sobre el bien común. Para los comunitaristas, la justicia implica una reflexión colectiva sobre lo que significa vivir una vida buena, no solo en términos de derechos y libertades, sino también en cuanto a los valores y las responsabilidades que compartimos como miembros de una comunidad.
Además, Sandel argumenta que una política basada en el compromiso moral, en lugar de una política de elusión, es más adecuada para construir una sociedad justa. Mientras que las políticas que intentan evitar el debate sobre el bien común pueden parecer más neutrales, el comunitarismo propone que la justicia se fundamenta en la participación activa de los ciudadanos en la discusión sobre los fines y valores que guían su convivencia. Este enfoque, según Sandel, es un fundamento más prometedor para una sociedad verdaderamente justa, ya que permite una integración más profunda de las distintas perspectivas y promueve una vida cívica más rica y participativa.
Para concluir, Justicia es una obra fascinante que ofrece a sus lectores un recorrido profundo y esclarecedor por los conceptos que están en el corazón de las controversias políticas y morales que marcan el mundo contemporáneo. A lo largo de sus páginas, Sandel nos invita a cuestionar y reflexionar sobre las teorías fundamentales que han dado forma a nuestra comprensión de la justicia, explorando las tensiones entre los derechos individuales, el bien común, la virtud y la libertad. La obra no solo es una reflexión intelectual sobre la ética y la política, sino también una llamada a participar activamente en el diálogo cívico sobre los grandes desafíos de nuestra época. Walter Isaacson, reconocido biógrafo y escritor, considera Justicia como un libro indispensable para cualquiera que aspire a ser un buen ciudadano. Este libro no solo proporciona herramientas para entender mejor las decisiones políticas y las cuestiones morales que afectan a nuestras sociedades, sino que también fomenta un mayor compromiso con los valores fundamentales que guían una convivencia justa y equilibrada. Es una obra que invita a los lectores a no solo comprender los dilemas éticos contemporáneos, sino a involucrarse en la construcción de un futuro más justo y consciente.
Un excelente análisis del libro que nos lleva a reflexionar que tan justo somos pues hay tantas creencias ,que influye en las decisiones que tomamos , las diferente teorías que expresa el autor en su libro muy bien explicado de una forma concisa
Una excelente reflexión para interpelar categorías en cuestión como es la justicia, la ética y el compromiso social. Hasta donde los ciudadanos nos disponemos a acatar e implementar procesos en beneficio de las comunidades? Quiera Dios q estas reflexiones generen un despertar personal y social en beneficio de un colectivo social más sensato, justo y equitativa, una sociedad más humano. La responsabilidad es de todos.