La empresa solidaria

La empresa solidaria

Introducción

He recordado, a raíz de la discusión que se dio en la última reunión del Consejo de Administración de la Cooperativa Médica de la Costa, el eslogan que inculcaron en mi Colegio franciscano del barrio Las Delicias de Barranquilla: “Decir siempre si cuando se trata de servir”. Me enseñaron que uno no debe negarse a prestar un servicio cuando se lo solicitan, si está en condiciones y tiene las capacidades para brindarlo. Es, también, muy popular el de la madre Teresa de Calcuta de: “El que no vive para servir, no sirve para vivir”.

“A sus órdenes, en que le puedo servir” es expresión simpática, mágica, seductora que cuando uno la recibe al llegar a cualquier sitio, en busca de algo, produce la sensación grata de acogida de aprecio, de que es bienvenido. 

Es frecuente en instituciones públicas y privadas, en dependencias oficiales, gubernamentales en especial, en que el empleado pone poca atención a tu presencia, es indiferente al servicio que buscas. Te atienden con una displicencia que incomoda, no te sientes acogido. Para ese funcionario el celular o el computador son más importantes que la persona que tiene en frente de él.  Es un “Servidor público” creo yo, con la errónea convicción de que te está haciendo un favor. No tiene conciencia de su “deber de servicio”.

La verdad es que uno estudia, se prepara y adquiere unas competencias y capacidades para servir   a los demás a través de un oficio o profesión mediante el cual se hace un sujeto útil a sí mismo, a la familia y a la sociedad en general.

Nos hacemos médicos, enfermeros, abogados, arquitectos, ingenieros, periodistas, maestros, artistas o artesanos, etc., con el objetivo particular de alcanzar nuestro propio desarrollo personal, conseguir el diario sustento; concedernos la gracia de una vida buena, de una vida con calidad que, al mismo tiempo nos conceda la satisfacción de servir al país, a su gente a través de una decidida vocación social.

Ética del cuidado.

La vida tiene sentido si está encaminada en el principio solidario del servicio al otro, del que nos necesite y, más aún, sublimamos el sentido de nuestra existencia si aportamos, voluntariamente, nuestra acción personal en beneficio de los que nada tienen, de los menos favorecidos de la suerte.

Los que de una u otra manera, debido a nuestro oficio, tenemos la oportunidad de socorrer a los que sufren y padecen, a los más débiles experimentamos la dicha grande, espiritual, que produce “hacer el bien, sin mirar a quien”, tal lo dice el refrán.

Los que de una u otra manera, debido a nuestro oficio, tenemos la oportunidad de socorrer a los que sufren y padecen, a los más débiles experimentamos la dicha grande, espiritual, que produce “hacer el bien, sin mirar a quien”, tal lo dice el refrán.

En su significado filosófico más profundo el servicio tiene que ver con el cuidado de las personas y de la empresa. Con una “ética del cuidado por las personas” sustentada en el principio de la caridad, en el ingrediente maravilloso del amor.  De un “sentido de pertenencia” a la empresa que servimos; por otro lado. De que su éxito o su fracaso también son míos

Es una convicción profunda por el cuidado de los otros, de los demás, como vocación de servicio social, lo que mueve a un asociado a un líder o dirigente del sector cooperativo. Su sentido de responsabilidad lo llevan a cumplir, voluntariamente, las obligaciones adquiridas con sus cooperados y la entidad que representa.

Hay que tener un alto sentido ético y humanístico para dedicarse, honestamente, a pensar por los demás, trabajar por los demás, sentir por los demás, preocuparse por los demás y cuidar lo que no solamente es de uno sino de todos. Esta dedicación generosa y desinteresada es la forma más honrosa de la solidaridad. Toda solidaridad es una manifestación incondicional del amor al hombre, del amor a la humanidad.

Servicio y solidaridad

El cooperativismo en su esencia doctrinaria como empresa que propende por el bienestar de sus asociados tiene su misión sustentada en los principios de “Servicio y solidaridad”. El “sin ánimo de lucro” lo diferencia de la consumista empresa capitalista de la economía de mercado preocupada en la obtención de pingues ganancias.

No se puede entender y hacer realidad la vida cooperativa sino en función de servicios. Los que estamos inscritos, los enamorados de esta hermosa tarea así debemos entenderlo. Si somos trabajadores de la salud, profesionales del derecho o ejercemos cualquier otra actividad nos asociamos como cooperativa para proyectar nuestros conocimientos, nuestra actividad al servicio de la comunidad y con ello lograr unos dividendos que nos traigan un bienestar socio económico colectivo. No entiendo por qué tenemos que negarnos a promocionar y usufructuar de lo que sabemos y hacemos.

La ley cooperativa de 1979, artículo 5º numeral 10 sintetiza el pensamiento solidario en “Una integración que tenga como fin promover el desarrollo integral del hombre”.

Se trata, pues, de un amplio proceso de integración humana y social que se sostiene, casi siempre, en actividades afines o complementarias que dan personería. A la empresa solidaria, a la cooperativa.

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