La ética de la razón cordial

La Ética de la razón cordial plantea que existe un vínculo intersubjetivo entre los seres humanos, que se asume como compromiso con el otro.  Constituye una manera novedosa de concebir el fundamento y la proyección práctica de la moralidad. (Cortina, A.2009, p. 11). Para Adela Cortina es necesario retomar el sentido original de la ética, asumiéndola como una manera habitual de comportarse, una forma de ser y estar en el mundo, considera que las virtudes es necesario conocerlas, quererlas y apreciarlas, tenerlas como un bien valioso en sí mismo, al igual que Gracián se pregunta: ¿De qué nos sirve conocer, si el corazón se queda atrás? Es decir, que no todo puede reducirse a conocimientos, la misión de la educación es trabajar también los sentimientos, emociones, actitudes y valores.

La cordialidad para Cortina es la base ética sobre la cual se puede explorar la naturaleza y la convivencia humana, mediante la razón cordial se atiende a la constitución integral del ser humano, se podría decir, al corazón de las razones de la obligación moral pues “existe un abismo entre las declaraciones y las realizaciones al hablar de principios y valores morales”. De manera general la educación se ha centrado en conocer y ha descuidado la afectividad humana. (Cortina, A.2009).

Además, Cortina cree que la ética, debe ir más allá de fundamentarse y dotarse de una herramienta en la búsqueda de la verdad, debe afirmarse en las razones del corazón que son las que mueven a preferir unas cosas sobre otras y crean un vínculo entre lo que se quiere hacer y lo que se debe hacer, constituye un lazo basado en el reconocimiento recíproco y en la lealtad entre seres que son fines en sí mismos. (Cortina, A.2009).

La cordialidad desde una perspectiva antropológica se puede caracterizar como ese vínculo exclusivamente humano que se manifiesta por reconocer a los otros como miembros de la misma “familia”: “Toda sociedad opera según el ritmo de dar y recibir. Pero ¿En qué tipo de vínculo, de ligazones, descansa la obligación moral, en todo su amplio sentido?… ¿De dónde pretenden las leyes morales sacar su fuerza normativa?” (Cortina, A.2009, p.49). Estos son los interrogantes a la que la ética cordial intenta dar respuesta; Cortina lo hace utilizando como sustento para su argumentación una historia tomada de la ciencia-ficción que H.G. Wells presenta en su obra: La isla del doctor Moreau, (Wells, H.G.1996).

Wells ilustra, a través de una fábula, la esencia y los límites de la naturaleza humana. En ella, un evolucionista intenta transformar aceleradamente a los animales en seres humanos, mediante una especie de educación basada en las virtudes humanas. Siguiendo la filosofía de Kant, busca enseñarles a los animales que la ventaja del ser humano radica en su autonomía y en su capacidad para establecer sus propias leyes. Sin embargo, el experimento fracasa cuando los animales matan a su tutor y regresan a su estado natural. Cortina se sirve de esta historia para explorar las razones del fracaso del experimento, utilizando el relato como ejemplo de lo que ha sucedido a lo largo del tiempo con diversas teorías filosóficas sobre la moral social, desde Hobbes hasta la ética dialógica.

Pero Cortina va más allá a la hora de interpretar el experimento fallido, considera que el reconocimiento recíproco y cordial es el vínculo, la ligazón que genera las obligaciones con las demás personas y consigo mismo, un reconocimiento que no es sólo lógico, sino también compasivo. Con los seres no humanos, considerándolos valiosos y vulnerables por lo que deben ser protegidos, no hay reconocimiento recíproco, claro está, pero sí un aprecio de lo valioso que genera una obligación de responsabilidad hacia estos.

Para Cortina será, pues, el reconocimiento cordial la diferencia que marque la frontera entre naturaleza animal, naturaleza humana y la fuente de la obligación moral. De esta manera se está asistiendo, según Cortina, al nacimiento de la moral en el establecimiento de ese vínculo que liga indefectiblemente a responder a una exigencia de corresponder.

Cortina sustenta su ética mínima en la razón cordial colocando el sentimiento y la conciencia del propio valor y respeto al otro como la fuente principal de la obligación moral. Pero es que, además, a esta propia dignidad, que brota ahora no sólo de la razón sino también del sentimiento, hay que asumir el hecho de que los seres humanos sean dignos también por compasión.

Cortina cree que, en los aspectos formativos, no solo educa la escuela, también educa la sociedad, los seres humanos son seres individuales que subsisten gracias a los otros seres individuales con los que convive, aprender a hacerlo es aprender a vivir, porque no solo se vive, se convive y si no supera sus circunstancias, no se salvará así mismo.

Admitir que la compasión es el principal móvil moral no es nuevo; este debe ser un sentimiento relacionado con el respeto por la dignidad del otro por tanto transciende a la lastima, además, está presente en Schopenhauer, Kant y Marcuse. También, en Cortina que recuerda una anécdota de la última visita de Habermas a Marcuse: “¿Ves?, dijo a Habermas, ahora sé en qué se fundan nuestros juicios de valor más elementales: en la compasión, en nuestro sentimiento por el dolor de los otros.

Mediante la compasión es que descubre la razón humana, que la clave de la vida social no es un individuo atomizado, sino personas que se saben vinculadas desde sus orígenes. El ser humano se concibe pues como un sujeto entre sujetos con los cuales forma una comunidad humana. Esta comunidad se distingue de otras en que tiene la capacidad de estimar la dignidad, el aporte de Cortina está en experimentar esa compasión, como afirma Machado en Proverbios y Cantares: “Poned atención, un corazón solitario no es corazón”. Conill, J. (2007).

Lo cual solo es posible en la educación moral del individuo para con la sociedad y en otra consecuencia: la de educar en la responsabilidad porque se es responsable a nivel individual y colectivo. Por ello es necesario educar desde las perspectivas del altruismo, la cooperación y la solidaridad pues estas mejoran las actitudes humanas y dan sentido a la práctica de los valores. (Hans, J. 1975)

Cortina presenta dos razones para apostar por la solidaridad frente a la cooperación por muy racional que ésta sea. La primera es que el reconocimiento del hombre como fin en sí mismo obliga no sólo a una cooperación que muchas veces es imposible, sino a una adhesión solidaria como actitud necesaria que considere a todos los hombres como valiosos en sí mismos y no sólo valiosos por el beneficio que pueden aportar a la colectividad.

La segunda razón es que, como el acto del habla muestra, existen dos polos: uno muestra a los hombres como individuos, sujetos autónomos y sería imposible el acto lingüístico sin pronombres personales; el otro plantea que las relaciones intersubjetivas necesitan de un lenguaje que los haga capaces de reconocerse como personas. Por tanto, se puede afirmar que los dos principios de la ética política en Cortina son la solidaridad y la justicia.

Así es como se forma el nuevo sujeto moral que integra la ética cordial, un sujeto que coloca las emociones en el lugar en el que tienen que estar en la ética o sea en el corazón y no solo en la cabeza, por eso se necesita un magisterio ético que ayude a gobernar las emociones si se quiere concebir una Pedagogía para la paz. (Arteta, 2013, p. 81).

La creatividad en la razón cordial viene pues definida por los valores del reconocimiento del ser humano como un fin en sí mismo, lo que lleva, como se ha visto, al reconocimiento del otro, a la alteridad, al altruismo, a la compasión, a la solidaridad, pero qué hacer cuando estos valores no se entrelazan con la acción humana, o lo que es lo mismo ¿Cómo hacer que lo que vale la pena se imponga?, el deber moral debe imponerse a la ganancia individual, pero ¿Cómo ha de hacerse?, ¿Cómo garantizar que eso ocurra? Es necesario recordar que el subtítulo de la Ética de la razón cordial remite a educar en la ciudadanía del siglo XXI, lo cual aterriza, según A. Cortina, en el ámbito de la educación considerado un factor determinante en la formación del carácter.

Para la educación en general Cortina considera que la prudencia, el juicio, la sensatez, son ingredientes de la sabiduría moral, por ello, propone tres ejes sobre los que la educación debe articularse: el primero es el conocimiento, el segundo, la prudencia; el tercero, la sabiduría moral. La educación moral no debe quedar reducida a la obediencia de normas, porque, para que una sociedad sea justa, no bastan las normas jurídicas que siempre se obedecen por razones estratégicas. Es necesario algo más. Para Cortina, es necesario interiorizar las normas y degustar los valores. (Cortina, 2001, p.88)

Cortina cree que, en los aspectos formativos, no solo educa la escuela, también educa la sociedad, los seres humanos son seres individuales que subsisten gracias a los otros seres individuales con los que convive, aprender a hacerlo es aprender a vivir, porque no solo se vive, se convive y si no supera sus circunstancias, no se salvará así mismo. Es necesario, superar el analfabetismo moral que solo se logra mediante la formación del carácter que predispone a buscar la verdad y la justicia, de esta manera quien quiera imponer y hacer valer sólo su norma, sin ponerla en cuestión, no saldrá nunca del analfabetismo moral.

La educación es necesaria para despertar la compasión ante el dolor ajeno, la indignación frente a la injusticia, el respeto de la dignidad humana son tres sentimientos fundamentales que se deben fomentar en la escuela en nuestra opinión mediante una Pedagogía para la paz. Eso sería para Cortina ser responsable de la realidad que al hombre le toca vivir. (Todorov, T.2012). La Ética en general requiere del soporte epistemológico de una ética de la razón cordial, que desde lo actitudinal tenga en cuenta el dolor ajeno, se preocupe por el bienestar de las personas, fomente la paz y el respeto por la dignidad humana.

3 thoughts on “La ética de la razón cordial

  1. Tu texto me hace evocar la importancia de los juegos y el deporte educativo, a partir de las reglas que puedan establecerse y se pueda actuar en la praxis lúdica. En este sentido, Piaget nos habla de la moral a través del juego, educativo también. La exigencia del deporte – resultado sobre la base de la competencia y la presión del entrenador genera la distorsión de una intersubjetividad muy difusa, que nunca es enseñada ni respetada. Tanto el juego como el deporte educativo enseñado debe basarse en el respeto al otro, a las reglas establecida. Durante la acciones lúdicas no basta con evidenciar la supremacía, sino también resaltar y reconocer en el otro su talento, solidaridad, el triunfo, el fracaso, dejando entrever un sentimiento de empatía y compasión, tanto en el triunfo como en la derrota. Lamentablemente el ejercicio de la intersubjetividad no se favorece, tampoco ningún entrenador diría a sus jugadores: “jóvenes hoy vamos a jugar, divertirnos, ayudándonos y siendo solidarios, recuerden que ese otro, que es nuestro rival es el que permitirá reconocernos en nuestras habilidades y destrezas técnicas y comprender por qué fuimos vencedores o ganadores”. Es sólo una forma utópica de pensar en esta sociedad competitiva. Buen texto, estimado amigo.

  2. El respeto por la dignidad del otro se consigue teniendo compasión y comprender que su realidad puede ser diferente a la mía. Hay adversidades que son imposibles de evadir, la manera como sorteo estás circunstancias es lo que nos hace diferentes. Estamos dispuestos a educar a través de la compasión.

  3. Interesante propuesta. La idea de unir razón y afecto en la ética me parece fundamental para construir una sociedad más empática y justa.

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