Antecedentes históricos
El Doctor Ignaz Semmelweis nació el mismo día en que el autor de este escrito vino al mundo, el 1º de julio, pero de 1818, en la ciudad de Budapest, Hungría.
En el Hospital General de Viena, en donde había estudiado medicina y quedó prestando sus servicios profesionales, el departamento de obstetricia estaba dividido en dos pabellones llamados: Clínica Primera y Clínica Segunda. Uno atendido por médicos y estudiantes de medicina y el otro por comadronas.
En la Clínica primera se daba una elevada mortalidad de parturientas en comparación con la bajísima que se presentaba en la clínica segunda y en los partos atendidos en casa que llevó a las pacientes a rechazar el cuidado de los médicos hospitalarios.
El doctor Semmelweis, se dedicó a observar e investigar las causas de esta mortalidad y descubrió que las señoras se morían por la contaminación bacteriana que trasmitían médicos y estudiantes de medicina de los cadáveres a los que hacían autopsia, en la morgue, antes de ingresar a la sala de parto. La muerte de uno de sus colegas consecuencia de una herida infectada, de una gangrena en la mano, producida por una “bacteria cadavérica” durante un examen post mortem, dio la pista que necesitaba; sus síntomas eran similares a los de mujeres con “fiebre puerperal”.
Tras concluir que las parteras no hacían autopsias y que la fiebre puerperal era causada por “material infeccioso” de un cadáver, instaló un lavatorio de agua con cal clorada o hipoclorito de calcio en la sala de partos del hospital y comenzó a salvar vidas de mujeres con tres simples palabras: “Lávese las manos”. Del 35% la mortalidad bajo al 2%.
Profesor de obstetricia, batalló incansable y terco para lograr imponer en 1847 que los médicos se lavaran las manos para atender los partos. Mientras para la comunidad era considerado el “Salvador de las madres”, los colegas en su mayoría lo atacaron y no perdonaron la osadía de ponerlos a lavarse las manos, de practicar una mejor asepsia en sus procedimientos.
Paradojas de la medicina, el doctor Semmelweis murió en 1865, tenía 47 años, a causa de una bacteriemia provocada por las lesiones que le causaron después de una paliza que dieron en el hospital psiquiátrico a donde fue a parar al considerarlo un demente por su obsesión aséptica. Es reconocido por los historiadores como un mártir de la medicina.
¡SALVA VIDAS! ¡LIMPIA TUS MANOS!
Lo primero, primerito, que recomendaron las autoridades de salud para prevenir el contagio del covid 19, en el pandémico 2020, fue el “lavado de las manos”.
Desde 2005 la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la que denominó “Alianza Mundial para la Seguridad del Paciente”, con el eslogan de: “Una atención limpia es una atención más segura”, promovió diferentes acciones en este sentido, entre ellas la higiene de manos.
En 2009 la OMS inauguró la campaña mundial «salve vidas: límpiese las manos» con el fin de mejorar la higiene de manos en la atención sanitaria. Publicó una guía en donde explica el modelo de los cinco momentos en que los profesionales de la salud deben realizar la higiene de manos.
1. Antes del contacto con el paciente.
2. Antes de realizar una tarea limpia/aséptica.
3. Después del riesgo de exposición a líquidos corporales.
4. Después del contacto con el paciente.
5. Después del contacto con el entorno del paciente.
La insistente recomendación para lavarse las manos se sustenta en la razón epidemiológica de que virus y gérmenes son microrganismos que pueden, potencialmente, estar en objetos manoseados por las personas. ¿De qué sirve lavarse las manos una y mil veces si, enfermeras, estudiantes, médicos y paramédicos, en forma irresponsable, fuera de su sitio de labores, transitan y exponen sus vestimentas, sucias de hospital, a quienes les rodean?
“JUNTOS, ACELEREMOS LA ACCIÓN. SALVA VIDAS: LIMPIA TUS MANOS”
Consigna de la OMS en el Día Mundial de la Higiene de las Manos 2023.
El Día Mundial del Lavado de Manos se reconoce desde el 15 de octubre de 2008. Celebración encaminada a resaltar este comportamiento como una medida de carácter universal, de control de la calidad asistencial. Busca concientizar a la comunidad en general sobre la importancia del correcto lavado de manos con agua y jabón en momentos claves del día, para una mejor calidad de vida. Enfermedades graves, como meningitis, bronquitis, hepatitis A y mayoría de tipos de diarrea infecciosa, entre otras gastroenteritis y cólera, potencialmente mortales, pueden evitarse con un simple y adecuado lavado de manos.
Época de estudiante
Desde los bancos de la facultad los médicos estamos enseñados a practicar este procedimiento, para protección nuestra y del paciente; en especial, cuando nos iniciamos en las rotaciones quirúrgicas.
En mis tiempos de estudiante, Hospital Santa Clara de Cartagena, saber lavarse las manos era condición, sine qua non, para poder entrar a quirófanos. En la rotación por cirugía una instrumentadora lo embetunaba a uno desde arriba de la articulación del codo hasta las puntas de los dedos de la mano, en ambos miembros superiores. Luego con cepillo, jabón y agua tenías que quitarte todo el betún negro untado, en tiempo promedio de quince minutos, con la condición de que no quedara rastro alguno de este. Una y otra vez había que repetir la técnica hasta su aprendizaje definitivo. Como complemento con un dispositivo especial se hacía limpieza de las uñas.
Ahora se realiza la antisepsia quirúrgica con jabón antimicrobiano, se frotan manos y antebrazos durante el tiempo recomendado por el fabricante, que por lo general es de 2 a 5 minutos. También, se puede usar alcohol de actividad sostenida en cantidad suficiente para mantener manos y antebrazos húmedos durante todo el procedimiento de antisepsia. Hay que permitir que el alcohol se seque completamente antes de colocarse los guantes esterilizados.
El uso de guantes no reemplaza la necesidad de la higiene de manos ya sea mediante el frotado con alcohol o el lavado con jabón.
El uso del cepillo en la actualidad no está recomendado.
Instrumentadores quirúrgicos
Las instrumentadoras o instrumentadores quirúrgicos, entre los profesionales de la salud, marcan la pauta, son expertos, en todo lo que tiene que ver con la asepsia y la antisepsia hospitalaria y por lo mismo abanderados de que, en cumplimiento de una buena asepsia se realice, entre otras, un correcto lavado quirúrgico por parte del personal asistencial. El lavado conforme a estos estándares debe ser de estricto cumplimiento en distintas instancias de la atención médica.
Peste del siglo XX. SIDA
En mi experiencia profesional podría señalar que la aparición del síndrome de inmunodeficiencia adquirida, SIDA, principios de los 80; establece una diferencia sustancial en el comportamiento de los agentes de salud con relación al lavado de las manos y precauciones en el manejo o cuidado de los pacientes. Antes de la aparición de este síndrome, denominado “La peste del siglo XX”, no existía tanto rigor en la protección contra la contaminación por micro gérmenes. Fue entonces, ante el pánico generalizado que produjo, cuando se hizo imperativo el uso de guantes y un exhaustivo lavado para el más elemental de los procedimientos médicos que implicara contacto con sangre, secreciones o flujos provenientes de los enfermos, en general, tras la regla de que cualquier persona, mientras no se demostrara lo contrario, podría ser portador del virus del SIDA. Protocolo que persiste hasta el día de hoy, sobre todo en pacientes que muestren, en la historia clínica, factores de riesgo para esta patología.
Uso de la bata blanca.
En distintas formas, pregonero del uso de la pulcra bata blanca, he sido crítico de la moda actual de llevar puesto, por parte de estudiantes y demás personal de la salud, la “multicolor pijama” que, ahora, utilizan como uniforme o ropa de trabajo en espacios extrahospitalarios, ajenos a su actividad.
La insistente recomendación para lavarse las manos se sustenta en la razón epidemiológica de que virus y gérmenes son microrganismos que pueden, potencialmente, estar en objetos manoseados por las personas.
¿De qué sirve lavarse las manos una y mil veces si, enfermeras, estudiantes, médicos y paramédicos, en forma irresponsable, fuera de su sitio de labores, transitan y exponen sus vestimentas, sucias de hospital, a quienes les rodean?
CONCLUSIÓN
El lavado de las manos es un asunto no solo pertinente al personal sanitario, corresponde de igual manera a todas las personas como norma básica de etiqueta y urbanidad. EL Manual de Urbanidad y Buenas maneras de Manuel Antonio Carreño así lo indica “Nuestras manos son la parte del cuerpo que más expuesta se halla a perder la limpieza. Lavémoslas con frecuencia durante el día y en todas las ocasiones en que tengamos motivos para sospechar que no se encuentran perfectamente aseadas”.
Concluido el tormentoso y difícil momento de la pasada pandemia, del coronavirus, aspiro haya quedado como una de sus firmes enseñanzas, convertida en costumbre, la práctica de la higiene de las manos en forma y frecuencia adecuadas, tanto en menesteres domésticos ( antes y después de defecar y orinar; después de limpiar el trasero de un bebé o cambiarle los pañales; antes y después de preparar alimentos, alimentar a un niño; antes y después de comer, después del manoseo de las mascotas) y obvio en todos aquellos encargados de la prestación de los servicios de salud.
Manos limpias, ante todo, es la consigna por seguir.