La vida buena en la antigüedad y en la actual sociedad global.

Dos autores exponen sus argumentos del vivir bien

He vivido entre libros porque un día, en la adolescencia, preferí estudiar para ser profesor que convertirme en un mal ayudante de albañilería, el oficio paterno y el único que conocí en aquella edad. Así que desde los 15 años hasta la pensión de vejez fui educador, profesión estudiada hasta la escala más alta de la formación superior. Convertí a los libros en mis “compañeros permanentes” en los silencios y los discursos magistrales del aula.

De ese ejercicio, en complicidad necesaria con el de la Abogacía, que aún frecuento, y el reporterismo, me quedo la costumbre de ir haciendo bibliotecas en cada rincón donde encontraba refugio y afecto. Y los libros sembraron sus huellas en mí. Creo que, sin ellos, libros y autores, no disfrutaría de la buena vida de ser abuelo, ya que aprendí a descubrirlos y acariciarlos con la secreta sensibilidad con que se conoce la piel de la mujer que se ama. perdonen la comparación, ambos son seres del placer. Del deseo, diría Buñuel.

Es, entonces, ¿la buena vida la placentera? Esta pregunta con seguridad se formula a diario, en ámbitos públicos como privados por los que transita la vida de los humanos. Así, buscando respuesta, me topé con dos libros, cuyo contenido brevemente comparto: 1)”lecciones de Aristóteles, comprender al mayor filósofo de todos los tiempos”(Taurus), de John Sellars y 2)”la vida humana“(Paidós), de André Comte-Sponville y Sylvie Thybert; ella dibujó y él escribió.

Un dibujo del libro LA VIDA HUMANA

Sellars es profesor en los college de las Universidades de Londres y Oxford. Sus lecciones son un viaje “delicioso” por el pensamiento de Aristóteles, quien “aún tiene mucho que enseñarnos hoy”, se lee en la contraportada. He escogido el capítulo sexto dedicado a exponer las ideas sobre una vida buena, con el objeto de evidenciar la vigencia de la filosofía aristotélica para comprender los grandes retos de la vida contemporánea. Y ver como nutre a Comte-Sponville.

Aristóteles se pregunta, anota Sellars, ¿qué es el buen vivir? Y para responder dedicó un libro “eudaimonia“, palabra griega que significa felicidad, bienestar. De ser así el buen vivir sería lograr ser feliz. Por ello, el filósofo expone y explica el camino para alcanzar dicho logro. Y traza dos caminos:1) el biológico y 2) el racional. Es decir, que nos funcionen sanamente nuestros órganos vitales y que actuemos racionalmente. “Mente sana en cuerpo sano”.

Pero más allá de tales vías vitales, orgánicas y objetivas, el filósofo griego agregó una opción más: las virtudes. Para lograr una buena vida y feliz hay que ser virtuoso. Y serlo significa ser excelente en todo terreno, no exclusivamente en lo moral. Es en ese terreno de la excelencia (Arete en griego) es donde se comprende que hay que gozar de las buenas funciones físicas y mentales

Entonces, vivir bien y feliz es un claro proceso de disfrute. De disfrute prudente, enseñó Aristóteles (Término medio) de todas y cada una de las capacidades que se poseen, inclusive el dinero. En ese orden, la prioridad debe ser el cultivo de la mente, ya que la prudencia es un cálculo entre razón y emoción. Para quien esté interesado en conocer las ideas aristotélicas, de manera sencilla, queda abierta la invitación a leer el libro del profesor inglés John Sellars.

Hoy, muy a pesar de un mundo convulsionado por las guerras, de todo tamaño y condición, los seres humanos no nos negamos a vivir bien. Y, de acuerdo a los contenidos informativos de las redes sociales, la gran señal de lo global, los académicos de la Universidad de Harvard son nuestros guías de la felicidad. Además, se ha desarrollado una encuesta global para escoger, anualmente, el país más feliz. O sea, hablar de vida buena y feliz es moda.

En ese interés regrese a las páginas ilustrada, con dibujos en blanco y negro, de “la vida humana“. Y decidí releer el capítulo “gozar y sufrir”, para compartir estas afirmaciones relativas al bien vivir:

1. “Gozar lo máximo posible, sufrir lo mínimo posible. Todos nuestros actos se explican de ese modo. El placer es el primer y último bien: incluso las virtudes no valen más que por los placeres qué nos procuran”. (122).

2. “El placer de comer cuando se tiene hambre, no es lo mismo que el placer de comer bien, cuando a uno le gusta”. (Pág 125).

3. “Querer vivir es, siempre he indisociablemente, querer gozar y disfrutar, querer desarrollar el propio ser, el poder, la libertad, la virtud; es querer vivir bien. Así la vida es en sí misma su propia finalidad y su propia norma: el esfuerzo de vivir es la vida misma“. (127).

Es al envejecer cuando descubrimos, digo yo, la buena vida que vivimos, amando la generosidad en el amor y en los rostros sonrientes de los nietos: la continuidad de la vida.

La Próxima: Barranquilla: Metrópoli de la buena gastronomía.

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