Una enviada desde Barranquilla De García Márquez A Vargas Llosa
De las 207 epístolas que integran el libro “Las Cartas del Boom” (Alfaguara), solo una fue escrita y enviada desde Barranquilla, por el reconocido autor de la novela “Cien años de Soledad”, Gabriel García Márquez, dirigida, con fecha marzo de 1971, a su compadre peruano Mario Vargas Llosa quien, después del colombiano, ganó el Premio Nobel de Literatura. Ambos, en unión del bonaerense Julio Cortázar y el “manito” Carlos Fuentes conformaron, entre otros autores, El Boom de la Literatura Latinoamericana.
Para 1971 cursaba sexto de bachillerato en el Instituto “Agustín Nieto Caballero”, situado en el Barrio Abajo. Una tarde de ese mes de marzo salí a ver, en la esquina de la calle 41 con carrera 50, al autor de “Cien Años de Soledad“, que ya habíamos leído como tarea escolar. Gabo estaba de pie con una “fría” en la mano, conversando con el maestro Alfonso Fuenmayor y otros contertulios. El novelista lucía un semi-afro y una camisa amarilla de estampado. La foto de ese momento la volví a ver publicada en una revista en los días posteriores a su muerte.
“Las Cartas del Boom“, un libro de 560 páginas es una amplia recopilación de la correspondencia, desde 1958 al 2012, cruzada por estos cuatro célebres novelistas, siendo Vargas Llosa el único que vive, publica y comete “affaire” amorosos. Es una obra de los investigadores: Carlos Aguirre, Gerald Martín (biógrafo de Gabo), Javier Munguía y Agusto Wong Campos. Su lectura tiene el agarre de una historia de suspenso, de política y de camaradería sobre la convulsionada realidad de América Latina en la segunda mitad del Siglo XX.
Cien Años sigue vendiéndose como salchicha y ya sale la cuarta edición. Esto, por supuesto, me alegra mucho, pero más me alegra la comprobación de que América Latina se haya convertido de pronto en uno de los grandes mercados de libros del mundo. Para mí que el famoso boom no es tanto un boom de escritores como un boom de lectores. ¡Qué maravilla!“.
Comparto un aparte de la carta de Gabo a Vargas Llosa que describe lo que vivió por acá en los inicios de la década de los 70s. Es este:
“Mario:
No he vuelto a dar golpe. Una vez aquí, empecé a sospechar -tal vez a comprobar la sospecha- que algo le faltaba a lo que escribía de memoria en Barcelona. Ahora no se trata de rehacer todo, pero sí de ver muchas cosas de otro modo. Creo que regresaré a Europa con los papeles intactos y solo entonces tomaré decisiones. Por ahora me limito a hacer la siesta en hamaca y a respirar el aire de las guayabas. Lo que me resulta sobrecogedor es que no me hace falta nada de lo de Europa y todo lo de aquí me importa un carajo.
Los niños están felices cazando iguanas para comerse los huevos, yo no hago nada y Mercedes cuenta, como los presos, los minutos que faltan para irnos”. (Ver pág. 350).
Entenderá que reseñar 207 epístolas, escritas por una parranda de amigos, todos fabuladores, no es una tarea de piñata. así que durante la lectura, página a página, me dedique a retener detalles en que se recuerda a Barranquilla por parte del “Sabio de Aracataca”, como se auto-proclamaba García Márquez; así como alude a la escritura y éxitos de sus obras. Entonces, voy a señalar, con la debida brevedad de una reseña bibliográfica, las referencias que fui encontrando durante el alba de septiembre. El calor del puerto alegre no permite leer ni de tarde ni de mañana. Ahí van:
1o. Los orígenes del boom. Gabo le dice en enero de 1967 a Fuentes:
“La novela latinoamericana batió todos los récords de venta el año pasado en Colombia según recortes de prensa que acabo de recibir. Los libros más vendidos fueron la ciudad y los perros, rayuela y la muerte de Artemio Cruz.(…) Esto quiere decir que nuestro público está respondiendo muy bien. Sobre todo, la juventud universitaria, en Colombia. Y te advierto que este respaldo juvenil a un grupo de escritores es un fenómeno completamente nuevo en mi país“(ver pág. 187).
Ese mismo año, en julio, le cuenta:
“Y en cuanto a cien años, estoy un poco aturdido: ¡ya fue un cañonazo! Sudamericana agotó la primera edición de 10.000 ejemplares en tres semanas, solamente en el Cono Sur, y ya hay segunda edición. México pidió 4.000 ejemplares que no alcanzaron a surtir completos, y se está vendiendo como pan“. (ver pág. 233).
Más adelante, en correspondencia de diciembre del mismo año, 1967, le precisó:
“Aunque creo que tienes la información por otro lado, te la confirmo: cien años sigue vendiéndose como salchicha y ya sale la cuarta edición. Esto, por supuesto, me alegra mucho, pero más me alegra la comprobación de que América Latina se haya convertido de pronto en uno de los grandes mercados de libros del mundo. Para mí que el famoso boom no es tanto un boom de escritores como un boom de lectores. ¡Qué maravilla!“.(Ver pág. 247).
2o. Otras obras de Gabo. En esa misma carta a Carlos Fuentes, Gabo instalado en Barcelona le informa que:
“todavía no empiezo el Otoño del Patriarca. Mi viaje por Suramérica me ha hecho cambiar casi por completo la perspectiva que tenía de ese libro, y he vuelto a pensarlo de nuevo desde el principio hasta el fin. Mientras tanto me estoy divirtiendo como un japonés con un cuento largo que me cayó de pronto y que empezaré a escribir uno de estos días. El solo título me tiene dichoso: “La increíble y triste historia de la Cándida Eréndira y su abuela desalmada“. Es una locura que creo que te va a gustar mucho”.
Como pueden colegir “Las Cartas del Boom” es un libro que admite diversas lecturas. Yo les he presentado ligeramente la mía. Pero esa correspondencia entre Cortázar, Fuentes, García Márquez y Vargas Llosa tiene suficiente material para no solo amantes de la literatura latinoamericana, sino para estudiosos e investigadores de la historia universal de la literatura, pues dos premios nobeles y dos reconocidos novelistas más, son prenda de garantía de nuestra inserción en la historia de la ficción, la que mantiene viva, a pesar de las guerras, a la humanidad.
La próxima: Todo sobre el amor.