Amistad es lo mismo que una mano
que en otra mano apoya su fatiga
y siente que el cansancio se mitiga
y el camino se vuelve más humano.
Carlos Castro Saavedra
En el contexto del caribe, la amistad es un valor que se construye en relación con los demás. Hay que decir entonces que el costeño, en general, posee un espíritu gregario, abierto a la recepción del otro como igual. En una relación de amistad se aceptan las diferencias de personalidad; hay que anotar que no todos somos alegres y bullangueros, también los hay tristes y melancólicos; habladores y parcos; unos más expresivos que otros. Nadie sale a buscar amigos, pero si nos hace sentir bien la aventura y el desafío que nos presentan las interacciones en el instante del juego, el salón de clase, el patio de recreo, la calle; en el baile, en los deportes, en el trabajo. Hay una fuerza instintiva que nos lanza hacia el otro para escucharlo y sentirlo tal cual es, que nos atrae; para que nos reciba y acepte en un ejercicio de apertura y comprensión. Todo eso vivido, experimentado, pero siempre con la sensación de que ese otro comienza a hacer parte de nuestra vida, un otro que se hace amigo en la aceptación, con un sentimiento empático, dándole un toque especial a la amistad. En palabras de Neruda:
Amigo, llévate lo que tú quieras,
penetra tu mirada en los rincones,
y si así lo deseas, yo te doy mi alma entera,
con sus blancas avenidas y sus canciones.
En la infancia, el barrio y la escuela son escenarios propicios de socialización y de amistad duradera. Allí nos reconocemos en las palabras, nos abrazamos en el triunfo y nos sorprendemos en el llanto que aflora durante la tristeza, sin apenarnos, depositando la confianza en ese otro u otra que escucha y consuela; nos aceptamos en la alegre complicidad y el sufrimiento; compartimos los miedos, las acciones intrépidas, desafiando el vértigo, ese ilinx, del que nos habla y explica Caillois; a veces discutimos y peleamos, dispuestos a no continuar la amistad, pero una fuerza centrípeta tira de nosotros y nos convoca a reconocer el error y recuperarla en honor a los buenos momentos, “fresco, aquí no ha pasado nada”. Los sueños se comparten con la secreta esperanza de que lo contado se cumpla, hacerlo voz populis entre los amigos, que nos obliga al compromiso público, a que ese otro que nos escucha monitoree el largo viaje que emprendemos en la búsqueda de los sueños.
Me refiero a esa amistad fraternal que se va construyendo día a día y se fortalece en los encuentros cara a cara. Una amistad que se escucha en la risa y la picardía; que se observa en la conducta de ese otro que no necesita imaginarnos, porque nos palpa con su mirada y sus guiños; una amistad copiosa de tacto, sudor y piel, de diversos colores y matices, volviéndose impronta en la memoria; una amistad de variados olfatos, alientos fuertes y francos; una amistad generosa hecha de palabras alentadoras, que surgen en la emoción sin tantos discernimientos, solo guiadas por la voz interior del corazón, que subyace en la atracción mutua. Una amistad con sabor a merienda improvisada, de almuerzos imprevistos, en los sabores que nos identifican, en cada invitación que celebramos. Una amistad edificada sobre la lealtad, donde nos conmueven las mismas cosas y circunstancias, una amistad tolerante, amable y dulce. Se pierde la condición de amistad ante la deslealtad, la suspicacia y falta de sinceridad. Una amistad cultivada que se vuelve ofrenda mutua en el ejercicio de la hermandad, en palabras de José Martí.
Cultivo una rosa blanca
en junio como en enero,
para el amigo sincero
que me da su mano franca
La amistad es tangible, aunque sean los pensamientos los que elucubran. Es el cuerpo presente realizando sonoros aplausos de bienvenidas, que aprende a bailar el folclor, interiorizando los ritmos alegres de la región. Es el cuerpo recordado que se ausenta por diversos motivos y, sin embargo, es una imagen que permanece en la memoria; es el cuerpo multicolor y multiforme, adaptándose al saludo, el deporte y las reverencias sociales, sin descartar las rebeldías y la protesta. También se cuentan tantas historias de la amistad digital, esas que se configuran en el misterio y la sospecha, la que se prestan al anonimato y el engaño; la intangible amistad de las redes que avanza en medio de la desconfianza y la mentira, sin dejar ningún tipo de rastros ni recuerdos. Así lo resalta Christina Rossetti:
Recuérdame cuando no haya más lo cotidiano,
donde me revelabas nuestro futuro planeado:
solo recuérdame, bien lo sabes,
cuando sea tarde para los consuelos, las plegarias.
Actualmente, se ejercita el sentido comunitario en los grupos de WhatsApp. Grupos que proliferan y se alimentan del face to face de la memoria de las viejas amistades, compartidos por aquellas personas deseosas de contacto, manteniendo la búsqueda de la comunicación y el abandono de la soledad, de recuperar el tiempo perdido, de convertirse en indagadores de los compañeros de promoción de la escuela, la universidad o el posgrado. Como en la experiencia de la vida social vivida, existen los grupos primarios de la familia, compañeros de estudio y vecinos, donde surgen la mamadera de gallo y las bromas en los mensajes entrecruzados. Están los grupos secundarios que se forman en el campo laboral y bajo estrictas reglas de comunicación, evitando la expresión exageradas de los afectos. La amistad inscrita en la esfera digital traspasa fronteras, nos reconfortan los amigos a través de cámaras, hablarles y observar en un breve lapso la vida cultural de las ciudades del mundo, además de sus angustias y las tribulaciones del exilio, surgiendo así una amistad planetaria, que se amplía a medida que aparecen los amigos perdidos, esos de antaño con nuevas historias que narrar. Aún, así, en medio del caos, esa amistad digital y anónima, sin ningún rasgo de memoria, es importante para muchos, así lo expresa la frase poética del bardo uruguayo Mario Benedetti:
Que alguien te haga sentir cosas sin ponerte un dedo encima, eso es de admirar.
El amigo solidario, constante y capaz de mantenerse firme en una relación mutua de amistad se considera un hombre o mujer fuera de serie, infrecuente y casi divino. Eso no es fácil de encontrar, aunque con razón sostenía Enio:
Un amigo cierto se descubre en situaciones inciertas.
Ser amigo no es fácil, es un largo camino que se emprende y se recorre en una reciprocidad de doble vía, buscando semejanzas en ese encuentro con el otro, a través del tiempo, discerniendo, si la amistad es por conveniencia o con un interés utilitarista. La posesión de una amistad estable y segura, depende de nosotros. Parafraseando a Cicerón, en palabras de Lelio:
“por encima de los bienes materiales, considerados regalos de la fortuna o del trabajo, estos no pueden hacer agradable la vida si está vacía y desierta de amigos”.
Que viva la amistad ! Un sentimiento que algunos no valoran , pero para otros representa demasiado.
Gracias amigo Wencel por describir la verdadera amistad.
De los significados más hermosos que existe en la vida es la amistad, saludos estimado profesor por tan valorado tema