Sicario
He venido a matarte –dijo mirándome directo a los ojos. Su mirada desprovista de vida, ausente, sin ninguna emoción, fría. Arrastró las palabras con suavidad, sin ningún esfuerzo. El pulso firme, sin titubeos. Era el animal poderoso regodeándose con su víctima, interrogándome con la mirada. Al mismo tiempo los recuerdos se agolparon en un instante…