¿Qué son “nuestras noticias 100% confiables?
Una lectora de SÓLO PROPOSICIONES me preguntó, escéptica, ese es el título de la próxima entrega. Respondí que SI. Y para despejar su inquietud decidí enviarle una foto del siguiente párrafo, que el diario sin lectores viene publicando, en estos tiempos de pandemia, en una cubierta desechable:
“Nuestra cadena de producción y distribución toma todas las medidas de prevención para que disfrutes de nuestras noticias 100% confiables.”
Definido el origen semiótico del interrogante a responder en esta tercera y última entrega de un diario sin lectores, paso entonces a exponer, seguidamente, mis propias preocupaciones de lector de periódicos y de El Heraldo en particular.
¿Existen noticias 100% confiables?
El diccionario enseña que el adjetivo confiable significa, entre otras acepciones, fiable, que inspira confianza, seguridad. Es, pues, definición, una más, de verdad. Y si a la misma se le anticipa el 100%, estamos ante una verdad absoluta. Única, Irrefutable, Contundente. Indudable. Mejor dicho: un dogma.
Entonces una noticia 100% confiable ¿es periodismo? O ¿fe?
Hasta donde llegan mis estudios y experiencia periodística lo confiable de las noticias es la fuente, que los expertos llaman “fuentes fidedignas”, ya que siempre mediará la capacidad crítica y creativa del periodista, que si lo es no puede ser el protocolista de una notaría que transcribe fielmente lo que desea consignar en la noticia el interesado.
En ese sentido no comprendo que existan, en el oficio del periodismo, “noticias 100% confiables”. Y de ser ello cierto, que lo dudo, entonces no hay periodismo, sino gacetilla.
En eso, desafortunadamente, se ha venido convirtiendo, para mi sorpresa y afectos, un diario sin lectores. Y ello porque no están haciendo periodismo, con mayúsculas. Por qué me interrogo cada mañana, cuando un nuevo ejemplar de El Heraldo llega al mecedor del balcón para “disfrutar” la mañana.
Y me contesto, dentro de mi asombro de barranquillero, porque no tiene, en éstos momentos de crisis en todos los órdenes, periodistas, sino redactores quienes, que pena, transcriben día a día lo que le confían sus fuentes fidedignas que son, casi siempre, las oficinas de prensa de la Presidencia de la República, los Ministerios, las Gobernaciones, las Alcaldías, las I.A.S, la Policía y todos aquellos despachos públicos que producen y distribuyen “información oficial“.
Y no hay periodistas porque la directora, además de escribir editoriales, hace las entrevistas a los grandes personajes de la vida nacional o local. Eso es evidente para cualquier lector de El Heraldo. No hay crónicas, ni reportajes en profundidad. No se publican ensayos y análisis de plumas o intelectuales acreditados.
Además se hace eco, furibundo, a las redes, hasta el punto que se edita una página de “WASAPEA”. Y se le da crédito. Dónde están los reporteros, con equipo de bioseguridad, siguiendo los efectos humanos de la pandemia? Parecería que temen cubrir la tormenta. Desde lejitos es más facilito.
No se me dirá que reproducir “boletines de prensa” y declaraciones de “rueda de prensa” es periodismo. Y menos, periodismo en un diario. Escrito. Y con historia de magnificas plumas de escritores y reporteros. Uno de ellos ganó un nobel de literatura.
Está claro que no creo en noticias confiables en una democracia constitucional donde todos tenemos derecho a expresar, libremente, pensamientos, opiniones e informaciones. Derechos que solo se garantizan con un periodismo libre. No confiable. El periodismo desconfía de la verdad absoluta, de la que solo se habla en las dictaduras. El buen periodismo busca la verdad de las realidades. De los hechos. No da consejos ni éticos, ni morales. Cuestiona y, en muchos casos, descubre y crea la realidad. No confía en sus fuentes fidedignas. Y menos si provienen del ejercicio del poder. Cualquiera sea su calificativo.
“Cuando descubrí que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante”. Ryszard KAPUSCINSKI.
En un discurso, de los pocos que pronunció, Gabo enseño: “La mejor noticia no es siempre la que se da primero sino muchas veces la que se da mejor”.
¿Por qué un diario sin lectores?
“Cuando descubrí que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante”. Ryszard KAPUSCINSKI.
Esa mañana el ejemplar estaba livianito, como ha seguido estando en estos días de cuarentena. Liviandad, oh! asunto existencial. Y al ojear en la mecedora, frente a los Tajamares de Boca de Ceniza, su peso fue menor, percibiendo que el diario no tenía lectores. Es otra víctima de la crisis o de la improvisación?
La frase se grabó. Y cuando SÓLO PROPOSICIONES me invitó a sus páginas digitales. Respondí que “con mucho gusto”, pero que haría crítica periodística. Y aquí me tienen intentando decir que los lectores “machos” queremos un mejor periodismo en esta ciudad de fenicios.
A los pocos días de la primera entrega de esta crítica a UN DIARIO SIN LECTORES, mi vecino de balcón, Teobaldo Coronado me envió la cita del reportero polaco Kapuscinski, que he colocado de epígrafe. Y así se definió la ruta de aquella liviandad del diario. Es una mercancía sin competidores. Y por tanto para que invertir en hacer periodismo y en periodistas libres, si podemos ser “100% confiables” al poder?
Con la enseñanza indiscutible del polaco, quien sería recomendable volver a leer en estos momentos de crisis de la credibilidad informativa, en la mente tocaba ser prudente para fundamentar el análisis.
Así que, pasados unos días, nos topamos con la columna del historiador barranquillero, Dr. Eduardo Posada Carbo, “bienvenidos al futuro“, donde comenta “el mundo despues del virus“, expresando que:
“para alan rusbridger, ex-editor de the guardian, el coronavirus ” ha acercado el dia en el que los rotatorios de los diarios quedaran en silencio…nos espera un camino doloroso“(ver El Tiempo 2020/5/15).
Mi percepción dolorosamente estaba confirmada. Comprobada. Si los diarios no hacen periodismo se acaban. El diario no es la radio, ni la televisión y mucho menos las redes. Y el periodismo, el que hace mejor la noticia, requiere periodistas. No grabadoras o cámaras. Periodistas, reporteros que no tengan miedos y sean más doctos en economía, política, filosofía, socio-biología, en física y otras ciencias, que en las ciencias de las comunicaciones.
No se puede escribir un editorial para un diario como El Heraldo, con una tradición, creyéndose que se tiene un micrófono. Un editorial es una pieza de sabio, que entre más breve más contundente. Un editorial son neuronas ganadas a la lectura y a la reflexión. No una “butifarra” de palabras escritas muchas veces sin saber, a ciencia cierta, su significado, sólo para llenar espacio.
Periodismo no es lo nuevo, sino lo importante. Lo importante para el lector. Un periódico se hace, produce y distribuye para el disfrute de un lector. Un lector que lo compra. Que lo busca. Y en ese lector hay que pensar cuando se edita un periódico.
Eso aprendí en estos días en el Seminario “PERIODISMO FRENTE A LA PANDEMIA”, que realizó la Fundación GABO. Entonces un diario debe generar CULTURA, CONOCIMIENTO. EDUCACIÓN. Un diario es un documento didáctico. Por algo en ellos se escribe la historia y los jóvenes lo usan en la escuela. Más ahora que ésta está en los hogares.
Deseo terminar recordando a otro autor recomendable para estos momentos de INFODEMIA, la existencia de fake news sobre la pandemia (un tema para otra columna?), al semiólogo italiano, Umberto Eco quien a escasos meses de morir publicó la novela “NÚMERO UNO”. Una historia de un periódico imaginario, que hace “mal periodismo” en su ficción literaria.
Y sobre la cual, el periodista Roberto Soriano, a quien las mafias italianas quieren desaparecer, dijo: “es un manual de comunicación de nuestros días“.
Aspiro seguir leyendo el diario, los diarios, todas las mañanas de mis días de balcón, brisa y río.
Próxima. Un nuevo tema, pero sobre periodismo, porque regale mis bibliotecas con Kapuscinsky, Eco y Soriano. Con esos autores se puede saber que es buen periodismo.
Como todos tus escritos EXCELENTE.
En donde anota “Derechos que solo se garantizan con un periodismo libre. No confiable. Este “No confiable” se me ocurre debiste ponerlo en negrilla.
Lo de la editorialista micrófonera me recuerda a Edgar Perea en el Senado.
En un debate sobre economía se enfrentó a un gurú de esta ciencia, Juan Manuel Ospina, con una sarta de sandeces que este respondió: “A mi me parece senador Perea que usted está confundiendo el sagrado recinto del Senado con la cabina de transmisión de sus partidos de futbol.”
Gracias por la mención. Un abrazo.